28/11/2020

A cámara lenta: 1. Paraguas

 

Capítulo 01: Paraguas

 

La época de lluvias comenzaba a barrer Seúl y gran parte de la zona norte del país sin previo aviso a sus habitantes. El tercer día de julio comenzó y terminó entre aguas. No era algo de lo que no estuvieran acostumbrados ya. Julio y agosto eran los meses que daban tan mala reputación al verano surcoreano. Y es que pese a la alta humedad y el calor sofocante, la lluvia no ayudaba a sentirse más fresco, sino al contrario: afectaba más a la temperatura y a la sensación de sauna constante.

Shunmei había nacido y crecido en la capital, en el agradable a la par que histórico distrito de Jongno. Estaba aburrido hasta la saciedad de mojarse día sí y día también durante esa agobiante época. Por eso, no podía evitar echar de menos en esos instantes su segunda casa: China. No es que pasara mucho tiempo allí, pero cierto era que nunca faltaba a su cita una vez al año como mínimo, para visitar a su familia materna en Shenyang, al noreste del país. Y bajo la intensa lluvia que no le dejaba respirar, la echaba más de menos que nunca.

Esa mañana de principios de julio, Shunmei había quedado con su mejor amiga, Oksun. Ella estudiaba en la universidad Konkuk, a mitad de su primer año en Arte Contemporáneo[i]. Había pasado las dos últimas semanas de junio estresada perdida por los exámenes semestrales, así que una vez que se consideró libre de los libros, el estudio, y las prácticas y proyectos, no perdió más tiempo en verse con su amigo del alma.

El chico rodeaba el enorme lago que daba la bienvenida al campus universitario, encogido bajo su paraguas negro, mientras chapoteaba en todos los charcos de agua que encontraba a su paso. Llovía tanto que apenas había acera a salvo donde no mojarse los pies. Por fin alcanzó la entrada del edificio, y aceleró sus pisadas para cobijarse bajo el porche, que no estaba vacío precisamente. Era muy probable que ese día aún siguieran con alguna convocatoria de examen o entrega de proyectos, como en el caso de su amiga, ya que una decena de personas esperaban a refugio de la lluvia, bien esperando a que aminorara o que alguien les pasara a recoger.

Shunmei echó un vistazo rápido entre los estudiantes para encontrar a su amiga, pero no la vio por ninguna parte. Tal vez no hubiera salido todavía. Miró su reloj: marcaban las 11:07. Decidió esperar apoyado en la pared, apartado de la multitud que entraba y salía a todo momento. Plegó su paraguas, le dio un par de sacudidas para quitarle gotas de agua y perdió la mirada en la lluvia que no cesaba frente a él.

Tan sólo un par de minutos más tarde, alguien le dio un tirón del brazo, y lo sacó de su ensimismamiento.

-¡Que te duermes! –una alegre voz cantarina le reprobó.

Shunmei se giró rápidamente y algo vio en su amiga que le hizo abrir los ojos exageradamente.

-¡Pero qué te has hecho!

Oksun ya no tenía su preciosa cabellera natural de color negro azabache, sino que se había convertido en una pelirroja en los pocos días que no la había visto.

-¡Oye! ¿No te gusta? –le preguntó pasando sus dedos y moviendo un trozo de mechón hacia delante-. ¡Me moría de ganas por ponerme este color! Es mi autoregalo por lo mucho que me he esforzado este semestre. ¡Me lo merecía!

-Sí sí, no digo que no, pero ha sido todo un shock. No me habías dicho nada y no me lo esperaba, así de pronto…

-Psss, tampoco eres mi madre para que te tenga que avisar de todo lo que hago…

-Pero si a tu madre no le cuentas nada… -le replicó él, intentando suprimir una sonrisa socarrona-. Seguro que has aparecido así por casa tal cual.

-Pues claro. No le ha hecho mucha gracia pero bueno, ya se acostumbrará. Hoy en día todo el mundo se tiñe. Ay, estoy enamorada de este color, de verdad.

Shunmei se tuvo que reír esta vez, era muy divertido ver a su amiga tan encandilada con su nuevo tono de pelo. Le resultaba extraño vérselo tan claro, pero la verdad es que le sentaba muy bien. Era un cobrizo muy bonito y natural, y le daba un aspecto más jovial y acorde a su personalidad.

-Pues ya ves cómo te ha recibido el mundo tu nuevo color, cuidado no te mojes o vas a ir arrastrando naranja a tu paso…

-Pff, nada nada, vengo preparada –dijo ella sacando de su enorme bolso un paraguas mini. A Shunmei bien le pareció que le cabría hasta un paraguas tamaño normal ahí dentro-. Vale, pues vamos a tomar algo, ¿no? ¿Quieres ir a la de siempre?

-Vale –Shunmei abrió de nuevo su paraguas con cuidado de no salpicar a la gente a su alrededor.- ¿Cómo te ha ido la última entrega? ¿Eran los dibujos aquellos que me enseñaste?

-¡Ah, sí! Muy bien, lo que he pasado miedo por si se mojaban… -Oksun bajó el volumen de sus palabras a los pocos pasos de comenzar a caminar-. ¡Junsu!

El tal Junsu giró la cabeza hacia su dirección, y una rápida sonrisa se formó en sus labios.

-¡Oksun! –le hizo un saludo con la mano-. ¿Libre?

Oksun se aproximó al chico casi pegando saltitos. Shunmei la siguió en segundo plano. Imaginaba que sería un compañero que también terminaba hoy.

-¡Síii! ¡Por fin! –su amiga no podía controlar la felicidad de ya estar de vacaciones-. ¿Y tú qué? ¿Has tenido examen?

-No, terminé los exámenes la semana pasada, por suerte. He venido a entregar el guión que me quedaba.

Shunmei observaba a los dos conversar. Al poco se dio cuenta de que no podía ser compañero de carrera, pues no compartían las mismas asignaturas y hablaban de cosas distintas. Shunmei tuvo que reconocer que el chico no parecía un estudiante de arte. Vestía con pantalones de tela beige y una camisa tejana de manga corta. Era demasiado normal, sin la excentricidad que denotaba la mayoría de compañeros de gremio de su amiga. Estaba acostumbrado a ver a chicos y chicas con colores llamativos, muchas prendas y accesorios, y no vistiendo solamente con camisa y bermudas. Sus ojos también repararon en su cara. Era muy atractivo. Pero mucho. Entendía por qué su amiga estaba tan interesada en hablar con él, seguramente le gustaba.

-¿Y ya te vas? ¿No tienes paraguas?

-Sí… y no –respondió Junsu, con una mueca de resignación frente al temporal.

-Oh, don’t worry, ten el mío –Oksun le ofreció su paraguas plegado, y se dirigió hacia Shunmei-. Yo ya comparto con él.

Shunmei quedaba al descubierto tras la pequeña conversación de ambos, plantado sin saber si saludar o despedirse.

-¿Seguro? ¿No lo necesitas? –Junsu preguntó con precaución, mientras miraba también a Shunmei.

-Tranquilo, no hay problema –afirmó ella, y tras unos segundos añadió-: ¡Eh! ¿Quieres venirte con nosotros a tomar algo? A celebrar que hemos terminado.

Junsu dudó unos instantes si aceptar la invitación. No estaba seguro de si estaba interrumpiendo una cita o algo. Oksun no le dio mucho más tiempo para pensárselo.

-¡Va, anímate! ¡Que estamos de vacaciones aunque llueva! No todo es malo –puntualizó con una sonrisa en la cara.

Shunmei volvía a sentirse desconcertado ante la efusividad de su amiga. No conocía a ese chico, pero suponía que ella quería que se uniera a ellos por amabilidad y… por interés, como sospechaba desde que se habían puesto a hablar. No le importaba que se añadiera, ya que ella parecía bien contenta con su compañía.

-Bueno, vale –aceptó Junsu, derrotado.- Así te devuelvo el paraguas luego.

-Ah, ya te he dicho que da igual. Por cierto, éste es mi amigo Shun –Oksun se agarró al brazo de su amigo y se puso bajo el paraguas que ahora compartían-. Junsu estudia Cine, Shun. ¡Mola un montón!

Ambos hicieron una leve inclinación de cabeza tras la breve introducción.

-Encantado –dijo Shunmei.

-Igualmente. Ya sé quién eres, Oksun te había mencionado alguna vez.

-¿Ah, sí? –preguntó con interés el aludido, bajando la mirada hacia su amiga, que le devolvía la expresión con una mueca juguetona de superioridad.

-Sí, pero nada malo, eh –le clarificó Junsu. Shunmei volvió la vista al chico, y no pudo evitar fijarse en los marcados pómulos que perfilaban su cara. Aparte de la nariz recta y fuerte, tenía unos labios bastante amplios, que incluso al sonreír no se reducían. Más que Cine, le pegaba ser modelo con esas facciones, aunque tal vez le interesaba ser actor también. No estaba al tanto de qué incluía esa carrera.

-Bueno, venga, ¡vamos ya! –Oksun tomó la iniciativa a abandonar el sitio de una vez y salir del porche que les salvaguardaba de la lluvia. Se enganchó fuertemente a su amigo y se pusieron unos pasos por delante de Junsu. Aprovechando que quedaba un poco atrás y seguramente no alcanzaba a oírles, Oksun se estiró un poco para susurrarle a su amigo-. ¿Qué, es guapo eh?

Shunmei resopló por la nariz, formando una sonrisa fruncida ante la claridad de su amiga.

-Sí, sí. Muy guapo. Te pega.

-¿Qué dices? Si lo decía por ti –contrastó ella, divertida.

-¿Eh?

Oksun soltó una risita para sí, y se pegó más a él, bajando de nuevo la voz.

-No estoy segura del todo, pero me da que es de tu bando.

Shunmei ladeó la cabeza y miró a su amiga como si hubiera perdido la cabeza.

-Venga ya, no te lo crees ni tú.

-¿Que no? Ya me dirás, ya. Dame tiempo –contestó ella, irguiendo el cuello como declaración de principios-. Entonces, ¿te gusta o no?

Shunmei puso los ojos en blanco y se paró, decidido a ponerle fin a esos cuchicheos sin sentido. La obsesión de su mejor amiga por encontrarle posibles “amigos o algo más” le dejaba sin energías. Y es que ella le echaba en cara que debido a su estilo hip-hop, nadie iba a pensar que él era gay, y como tampoco hacía esfuerzos en dejarlo claro, los posibles candidatos tampoco intentaban nada. Con la baja demografía homosexual que poblaba la ciudad, si no le ayudaba, seguiría soltero durante mucho tiempo.

Junsu aceleró su marcha al ver que se habían parado a esperarle y se puso al lado de Oksun, y los tres reemprendieron juntos el camino. Los dos universitarios volvieron a retomar la conversación de trabajos y exámenes, lo que hizo dar unos minutos de reflexión a Shunmei. ¿Cómo iba a ser ese chaval gay? Se le veía interesado en Oksun, y bastante. A lo mejor le gustaban ambos sexos, pero de todas formas a Shunmei le costaba creer que pudieran gustarle los tíos. La forma de hablar, de vestir, todo él. Era el prototipo de novio que regala flores a su chica, va a buscarla a clase o al trabajo, y van de citas a lugares romanticones, como Namsan[ii] o el Cheongyecheon[iii]. Seguramente Oksun se había equivocado en sus sospechas.

-…Y al final el boceto del parque natural lo descarté, me pareció que era el más sencillo y aburrido –contaba Oksun.

-Ése era de mis favoritos, la verdad. Pero creo que hiciste bien en presentar el de la ciudad distópica, ya te dije que era una pasada. No te pueden poner menos de un 8 –valoró Junsu. Aunque Shunmei girara la cabeza para mirarle, no le veía bien el rostro, ya que Oksun estaba muy pegada a él y tenía que llevar el paraguas más bajo de lo normal para que no le cayeran todas las gotas a ella.

-Ojalá… Me iría muy bien para subir la media después de los desastres que hago en Plástica.

-¿Me seguirás enseñando tus bocetos? El del parque me inspiró muchísimo para imaginar un escenario de mi guión.

-¡Claro! –Respondió ella al momento-. Me alegro un montón de que te inspiren para escribir. A mí me tienes que pasar el guión, tal vez también me inspire para dibujar, en mi caso.

-Vale, ya te enviaré una copia por e-mail. Te aviso que es largo…

-Mejor, ¡así tengo más para leer durante las vacaciones!

Shunmei escuchaba la conversación como si no fuera con él. Se sentía un poco aguanta velas, aunque no le molestaba. Simplemente no sabía si comentar también o permanecer en silencio. Al fin y al cabo, si el chaval no era gay, Oksun tenía muchas posibilidades de gustarle. Shunmei estaba casi seguro de ello, así que les dejó hacer.

 

Llegaron a su pequeña y acogedora cafetería de siempre, esa en la que Shunmei y Oksun habían pasado muchas horas durante la época lectiva de la universitaria. Al fondo del establecimiento había una sala cuadrada con una mesa circular partida en dos, que ellos siempre juntaban y acaparaban todo el espacio para que no les molestaran. Oksun dibujaba, pasaba apuntes, y ambos se ponían al día de la vida del otro, mientras se tomaban café, té y lo que apeteciera.

Los dos amigos saludaron animadamente a la dependienta que de sobras conocían, intercambiaron una rápida conversación y se dirigieron al sitio de siempre tras pedir sus cafés. Oksun era feliz con su iced caramel macchiato, ya que por fin era la época de cafés fríos. Shunmei, por su parte, se pidió un té negro con taro, y Junsu optó por un americano.

Los tres jóvenes se habían sentado en círculo y tomaban sus bebidas con ganas. Pese a la lluvia, hacía calor y los vasos fríos les sabían a gloria en ese momento.

-Creo que de todos los caramel que he tomado, siempre me quedaré con este. Tiene que ser por el cariño añadido, pero es que está buenísimo –admiraba Oksun. Estaba obsesionada con esa bebida, era lo que siempre tomaba el 90% de las veces. Shunmei estaba más que acostumbrado, pero Junsu la miraba con diversión en los ojos.

-Pero eso lleva tanto azúcar, ¿no te cansas? Se te va a poner cara de dulce –observó él, que en comparación con su amargo americano, le parecía una locura.

-La cara de pastel ya la tiene, eso viene de fábrica –dijo Shunmei, y le pinchó el moflete a su amiga, haciendo eco de la broma.

Junsu quedó parado y sorprendido ante la intervención de Shunmei, ya que era la primera vez que se añadía a la conversación, después de todo el camino sin haber hablado.

-¡Ay, déjame! Que estoy bebiendo –se quejaba ella, aunque en el fondo le hacía gracia cuando Shun se metía con ella.

-¿Sois muy amigos, no? Se os ve que os lleváis genial –comentó Junsu, que los observaba con una sonrisa traviesa, y echándose contra el respaldo de la silla.

-Sí, bueno, nos conocemos desde pequeños. Son muchos años ya –Oksun explicó con una mueca aburrida-. Como ves, se mete conmigo a la primera de cambio.

-Tú no te salvas, tampoco. Que hoy te estés portando bien no quiere decir que siempre hagas igual –le reprochó de la misma manera su mejor amigo-. Encima que te cuido mejor que nadie –añadió, dándole un suave golpe con la punta del pie en la pierna.

Oksun le respondió con un gruñido hastiado, pero a Junsu esa situación le resultaba muy entretenida.

-¿Estáis saliendo?

La repentina pregunta hizo tensar el ambiente en un segundo. Ambos aludidos miraron a Junsu, y luego se miraron entre ellos, intentando aguantar la risa. Oksun fue la que estalló en una carcajada.

Junsu se había quedado un poco descolocado, no sabía si había dado en el clavo o había creado una situación incómoda para los dos amigos.

-¡Cómo voy a salir con él! Es mi mejor amigo –aclaró ella, mientras miraba de reojo a Shunmei, con quien compartía la razón verdadera-. Qué va, ni loca.

-Es que tenéis tan buen rollo, que no sé, me habéis hecho dudar –reconoció Junsu, sintiéndose un poco avergonzado de haber pensado que mantenían una relación.

-No nos queremos de esa manera –explicó Shunmei por su parte-, Oksun es como mi hermana pequeña, de la familia.

-¿Qué edad tienes?

-Veinte. Bueno, cumplo veintiuno en unos meses.

-Ah, somos del mismo año entonces. Es que como has dicho lo de hermana pequeña, pero Oksun no te llama oppa[iv]

Shunmei reprimió una sonrisa y miró a su amiga de nuevo. –Es que es una maleducada, no me tiene nada de respeto.

-Qué mentiroso. Me dijo que le daba igual. Hace años que dejé de llamarle así.

-Ya veo que siempre estáis como el perro y el gato –comentó Junsu. No podía evitar reírse ante la estampa de los dos amigos. Era muy gracioso verles lanzándose puyas, una tras otra-. Y tú, Shun, ¿qué carrera estudias?

Oksun se llevó el vaso a la boca para ocultar la sonrisa que se le había formado tras esa pregunta. Se moría de ganas por saber cómo contestaría su amigo a eso.

-Ah—erm, no estudio, yo –no podía esconder que le daba vergüenza tener que reconocer eso, pero, ¿qué podía hacer él? Tenía muchas razones por las que no estaba en la universidad, y vivía orgulloso de ello, aunque al resto de personas les pareciera mal hecho-. Sólo trabajo, por ahora.

-Oh, eso está bien. Perdona por la pregunta pero… ¿eres de fuera? Lo digo por tu nombre.

Shunmei estaba acostumbrado a esa pregunta. Era lo más normal del mundo cuando tenías un nombre no coreano. Pero era inevitable que le molestara un poco siempre repetir lo mismo una y otra vez, como una máquina.

-Mi madre es china, pero he vivido siempre aquí. Mi nombre completo es Shunmei Kwon.

-Ah, ¡vaya! Perdona, te he estado llamando Shun a secas. Me sonaba a japonés –reconoció Junsu. Se le notaba más hablador, ahora que parecía haber roto la barrera de “desconocido” con Shun. Oksun, por su parte, observaba el intercambio de los chicos con curiosidad y nerviosismo, esperando que se dieran más a conocer y que tal vez se hicieran amigos.

-Tranquilo, todos piensan lo mismo al principio.

-¿Y dónde trabajas?

Shunmei empezaba a sentirse un poco interrogado, quería contestar pero se le hacía difícil hacerlo con naturalidad. Parte de ello era porque Oksun llevaba un rato dándole golpecitos con el pie bajo la mesa, y podía leerle la mente, seguramente pensando cosas como “te lo dije”, “seguro que es gay”, “mira cómo se interesa por ti”. Le estaba poniendo nervioso, cuando la situación en sí no tenía nada de raro.

-En un Ediya[v] de Jongno-sam-ga.

-¿En serio? Qué bueno. ¿Es un buen sitio para trabajar? Porque las bebidas al menos están riquísimas.

-Ya te digo –señaló Oksun, experta catadora de cafés.

-Sí, no está mal, aunque acabas de café un poco hasta las orejas. Le pega más a Oksun que a mí.

-Eso es cierto, pero le quitaría encanto. Ya no iría con tanto gusto a tomar algo, ¿sabes?  Prefiero no mezclarlo.

 

Siguieron charlando animadamente durante más de una hora. Shunmei se había enterado de parte de la vida de Junsu, ya que Oksun parecía empeñada en hacerle preguntas y hablar de temas que desembocaran en explicar cosas sobre él. Estaba en el segundo año de carrera, vivía con sus padres en la zona de Sinchon, y le apasionaba el mundo audiovisual y del cine, y por eso lo estudiaba. Tal y como pensaba, era un estudiante modelo y aplicado.

Salieron de la cafetería antes de que dieran la una del mediodía. En ese momento, la lluvia había cesado, pero el suelo seguía igual de mojado, y el cielo, encapotado.

-Pfff, qué asco de día, encima estoy pegada –se quejaba Oksun, moviéndose la camiseta para darse aire.

-Ten tu paraguas, ya no me va a hacer falta –dijo Junsu, devolviéndole el paraguas cerrado, que aún se mantenía algo húmedo.

-Pero tiene pinta de volver a ponerse a llover en cualquier momento…

-Da igual, ahora de aquí al metro me las apaño.

Oksun asintió y dejó de insistir. Se volvió hacia Shun. –Shun, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Vuelves a casa, o vas a pasarte por el local?

-No, tiro para casa, ya le avisé a Minho que hoy no iría. Podría haberme pasado antes de venir aquí, pero no me apetecía madrugar. Comeré en casa antes de irme al curro.

-Oh, bueno. ¿Puedo acoplarme?

-Si el piso es medio tuyo, no sé de qué pides permiso… -Oksun soltó una risita ante eso.

-Ya sabes, es de buena educación preguntar.

Junsu escuchaba atento a la conversación de los dos amigos. Shunmei había contado que vivía solo desde hacía un par de años, desde que empezó a trabajar e independizarse. No había explicado mucho más, pero supuso que no tendría muy buena relación con sus padres, ya que no los había mencionado al respecto. Lo que no sabía era a qué se referían con lo de “el local” que había dicho Oksun, pero decidió no preguntar más. Tampoco era asunto suyo.

-Junsu, ¿vienes al metro también? –preguntó la chica.

-Sí, me vuelvo a casa ya.

-Genial, ¡pues vamos los tres!

 

Pasaron juntos el trayecto de unos 30 minutos hasta que Shunmei y Oksun tuvieron que bajarse para realizar el cambio de línea de la verde a la naranja. Junsu seguiría en la verde hasta su parada en Sinchon. Una vez que se hubieron despedido y bajado del vagón, Shunmei sabía que le esperaba un buen rato de suplicio de debate y análisis sobre el nuevo conocido. Y es que conocía demasiado bien esa expresión de ojos entornados y sonrisa torcida de su amiga.

 



[i] El curso académico en Corea está estructurado en dos semestres: de marzo a agosto, y de septiembre a febrero. El primer semestre dura hasta finales de junio/julio, con un periodo de vacaciones hasta agosto, y en septiembre empieza el segundo semestre, hasta febrero (con vacaciones por Navidad).

[ii] Namsan es una pequeña montaña en Seúl, pero también hace referencia a la torre que recibe el mismo nombre (o N Tower) y es posiblemente el sitio más pasteloso de la ciudad. Es el sitio predilecto para ir en parejita y ver la puesta de sol haciéndose arrumacos. También hay varios “árboles” y verjas llenos de candados, donde las parejas, amigos y turistas cuelgan como recuerdo.

[iii] Es un río artificial de Seúl. Lo cruzan bastantes puentes, y tiene pequeñas rocas y orilla de piedra para pasar de un lado al otro. Es un buen sitio para pasear y sentarse a descansar o charlar. También se suele decorar en fechas señaladas, con figuras de papel, luces y demás.

[iv] El respeto en la cultura coreana está muy basado en la edad. ‘Oppa’ significa hermano mayor, y es un término que sólo usan las mujeres (el término de hombres a hombres mayores es ‘hyung’). Pero no sólo se refiere a hermanos, sino a otros chicos y hombres mayores que la chica en cuestión también, cuando hay cierta confianza (es decir, que no son completos desconocidos), les pueden llamar ‘oppa’, y así se refuerza el sentido de ‘familia’. Pero además, entre parejas también es muy común llamar al novio ‘oppa’. Es como un 3x1 XD Por eso es casi obligatorio preguntar la edad, para saber de qué manera te tienes que dirigir a esa persona (si con respeto por ser mayor, o no).

[v] Una de las tantas cadenas de cafeterías en Corea.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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