28/11/2020

A cámara lenta: 2. Sube el telón

 

Capítulo 02: Sube el telón

 

-¿En serio te vas a quedar jugando?

Shunmei terminaba de vestirse para salir hacia su trabajo, mientras Oksun seguía estirada en el sofá, mirando la tele.

-Es que para volver a mi casa… me quedo aquí. No tengo nada que hacer ahora que estoy libre, ¡de repente no sé en qué gastar el tiempo!

-Ya, y por eso vas a viciarte a mi play mientras no estoy.

-Por ejemplo.

Había salido un nuevo videojuego para PS3 hacía menos de un mes, y Oksun apenas había podido probarlo durante sus escapadas de estudio al piso de su amigo. Cuando estaba cansada de dibujar, desconectaba un rato matando infectados a través de ese hombre que le recordaba a Hugh Jackman, y la chica doble de Ellen Page. Shunmei ya se lo había pasado –obviamente, no la iba a esperar- y ella no quería ser menos. Y además, se moría de ganas por saber qué más iba a ocurrirle a la extraña pareja.

-¿Y por qué no vas a visitar a Minho? Seguro que le hace mucha ilusión –sugirió Shunmei, apareciendo por el salón con el pelo bien atusado. Casi siempre llevaba puesto un gorro, fuera verano o invierno, pero tenía que resignarse y deshacerse de él durante las horas de trabajo.

Oksun resopló, harta de escuchar esa invitación que siempre rechazaba.

-¿Y por qué no voy y me lanzo al río Han? Ya puestos, la sensación es la misma.

Shunmei soltó una carcajada al pasar por su lado, mientras cogía las llaves, el móvil y otras pertenencias para meterlas en su bolsa. –Pobre Minho, si te oyera. Me reiría tanto.

-Me vas a estar dando la lata con Minho para vengarte de mí por lo de Junsu. Lo veo.

-No me compares. Hace mucho que conoces a Minho y sabes que le gustas, pero no te dignas a conocerle de verdad –comentó él, adoptando un tono de voz más serio.

-Pues porque no me inter—

-No –la interrumpió-, sabes que no es por eso. Es porque te has quedado con la primera impresión, falsa, de él. No es para nada como crees que es. Si es un trozo de pan, y tú te piensas que es un macarra.

-Porque lo es.

-En el fondo sabes que no. Y te recuerdo que dijiste que estaba bueno. Palabras tuyas, no mías.

Oksun volvió a suspirar. Si hubiera sabido que Shun le iba a restregar ese comentario siempre que hablaban de Minho, se lo hubiera guardado para sí misma.

-Además, si fuera tan mala persona como lo pintas, ¿crees que sería amigo suyo? Le habría mandado a la mierda hace tiempo. Pero es muy buen tío. Ya sabes que no te diría esto para chincharte, y menos si realmente te cayera mal. Te lo digo porque estoy seguro de que si le conocieras, podríais llevaros genial.

Oksun se mantuvo en silencio con la mirada absorta en la televisión. Sabía que su amigo tenía razón, pero le costaba admitirlo. A veces, era realmente terca, y no lo podía evitar.

-En fin, vicia a gusto, me tengo que ir ya –Shunmei miró el reloj colgado de la pared, ya eran las dos y media pasadas.

-Bueno, que vaya bien la tarde –se despidió ella con un movimiento de brazo. Siguió con la mirada la silueta de su amigo hasta que abandonó el salón y cerró la puerta. Una vez sola, se dejó caer sobre el sofá y se quedó tumbada unos minutos, con las voces de la televisión y el sonido de la lluvia de fondo, y sus pensamientos embotados en la cabeza.

 

 

Shunmei no estaba seguro de si encontraría a su amiga en casa todavía. Durante la época de exámenes, e incluso tardes (y noches) que habían salido juntos, Oksun se quedaba a dormir para no tener que realizar el largo trayecto de vuelta a casa a horas intempestivas, o simplemente porque ya era fuera de horario. Alguna vez, se la había encontrado medio dormida sobre el escritorio, con la mejilla embadurnada de carboncillo. Otras varias, rendida en el sofá, con un pack de folios de algún artículo que debiera leerse esa semana descansando sobre el pecho. Aunque esta vez ya estuviera de vacaciones y sin trabajos que hacer, no le extrañaría tampoco que su amiga se hubiera tirado las 8 horas que duraba su turno en la cafetería para entretenerse con lo que tenía en el piso.

Cuando llegó a la puerta y observó que el cerrojo estaba echado dos veces, ya comprendió que el piso estaba vacío. Entró en casa y dejó su bolsa sobre la mesa y metió el paraguas en una bolsa para no empaparlo todo. Como cada noche que llegaba de trabajar, tenía muchísimo hambre pero pocas ganas de cocinar. Se dirigió a la cocina para hacerse un cuenco con ramyeon[i], y sacarse algo de arroz sobrante de la mañana. Para su sorpresa, se encontró con una sartén recién lavada y un plato tapado sobre la encimera. Era gamjajeon[ii], con esa forma tan extraña que revelaba las torpes habilidades culinarias de Oksun. Volvió al salón y cogió el móvil para agradecerle el detalle a su amiga.

Ayuda, allanamiento de morada con cena incluida. [23:24]

Mientras vigilaba los fideos, oyó el sonido “KaTalk!” [iii] que le avisaba de un nuevo mensaje.

que buena gente no? (emoticon)(emoticon)(emoticon) [23:26]

El emoticono que había usado era la cabecita de gato azul con los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas.

Por qué no te has quedado? [23:27]

no me apetecia estarme tanto rato zzZzzz me he ido a las 6 [23:27]

por cierto mañana vas al HS? [23:28]

Sí. Vas a venir? [23:29]

seguramente me pase a media mañana (emoticon) [23:29]

Ohhh. Me sé de uno que se pondrá muy contento [23:30]

ugh calla (emoticon)(emoticon) [23:30]

Shunmei sonrió triunfante. Era gracioso lo rápido que había surgido efecto su conversación de ese mediodía. Sólo faltaba que todo el asunto llegara a buen puerto.

 

 

La hora punta en el metro nunca perdonaba. Eran casi las ocho de la mañana, todos enlatados en los vagones de la línea verde. Ya sólo le quedaba una parada hasta Hongdae. Shunmei siempre se colocaba cerca de las puertas porque odiaba hacerse paso entre la gente. Una vez fuera, pudo moverse de nuevo e ir rápidamente hacia la salida 9. Al ser bien temprano, no se formaban esos embotellamientos en las escaleras de gente que sube y baja, cosa que se agradecía, teniendo en cuenta el infierno en el que se transformaba a últimas horas del día.

Ya en el exterior, junto con la fresca brisa de la mañana y el sol aún desperezándose, el chico caminó por las calles habituales de tiendas, aún cerradas, poco transitadas en ese momento. Algunas cafeterías sí que habían abierto, para aquellos madrugadores estudiantes y trabajadores necesitados de cafeína para afrontar otro largo día. Shunmei ya estaba bien despierto y deseoso de aprovechar el tiempo que no le dedicó el día anterior a una de sus pasiones: el hip-hop.

Continuó hasta el final de la calle por la que se encontraba, y giró a la izquierda. A mitad de la fachada se encontraban las viejas escaleras de chapa que le llevaban a su lugar más recurrido, el High Skool.

Antes de abrir la puerta y entrar en el pequeño recibidor, ya escuchaba el fuerte sonido de la música tras las paredes. Él era madrugador, pero había otra persona que siempre le ganaba. Avanzó por el pasillo al son del rap, y entró en la sala derecha, de dónde provenía la música.

El enorme espejo de la pared delató cómo Shunmei aparecía encorvado y con una sonrisa inocente en los labios.

-¡Hombre, el desertor! ¡Ya era hora, tío!

Minho le observaba a través del espejo, parado frente a él y recuperando algo de aliento.

-Joder, que sólo falté ayer. Ni que hubiera faltado un mes –se excusó él, acercándose al equipo de sonido y bajando el volumen para no tener que gritar.

-Bueno, ya sabes, las campanas son como las mujeres, las pruebas una vez y te gusta tanto que sólo quieres seguir repitiendo…

-Te recuerdo que no me gustan las mujeres, no se me aplica esa bizarra comparación tuya.

Minho se encogió de hombros.

-¿Y qué hiciste ayer tan importante? Soohyuk tampoco vino y me aburrí un huevo.

-Pues estuve con Oksun por la uni y poco más.

Al oír ese nombre, el rostro de Minho se ensombreció un poco. Se frotó la frente con el dorso de la mano para quitarse el sudor.

-Hace un montón que no la veo.

Shunmei levantó la vista del portátil mientras navegaba por las playlists, y observó a su amigo con fingida indiferencia.

-Ha estado liada con el fin de semestre y eso. Lo que menos le apetecía era encerrarse aquí también.

-Ya, supongo.

El tono de resignación de su voz era más que palpable. Shunmei mantenía su cara de póker mientras estudiaba la postura de derrota de Minho, sentado en el banquillo.

-¿Has terminado de escribir la letra de “Ése soy yo[iv]”? –preguntó Shunmei, cambiando de tema.

-Ah, sí, está casi lista. Esperaba que le echaras un vistazo y si das el visto bueno, la añadimos al repertorio de mañana.

-Guay. ¿La tienes en papel o por aquí?

-Aún no la he pasado. Está en uno de esos folios –señaló entre los papeles de la mesa.

Shunmei los movió y levantó hasta dar con el que buscaba. Lleno de tachones, apuntes y dibujos. Leyó rápidamente la letra que ya conocía con alguna estrofa modificada y otra añadida, y miró de nuevo a su amigo.

-Te la has currado, eh. Me gusta. ¿De la música has cambiado algo?

-No, la dejo como está. Si la cambio más, la cago.

-Vale, pues enséñame la puesta en escena de una vez. –Shunmei pulsó el botón del ratón y el beat de la canción empezó a sonar y retumbar en la sala. Minho se puso de pie, micro en mano, y se plantó en el centro de nuevo.

Decir que Minho se transformaba cuando rapeaba era quedarse corto. Aunque su sobrada actitud y burlesca expresión era la misma que al hablar, sus ojos emitían un fuerte magnetismo, y su cuerpo se movía en perfecta sincronía con el ritmo. Derrochaba confianza y sabía actuar. Shunmei no hacía más que reafirmarse de que el chaval había nacido para esto.

Minho terminó la canción con una pose triunfal, de cara a Shunmei. Éste le respondió con un aplauso y un signo de aprobación con el pulgar.

-¡Genial! Muy buena, tío. Lo vas a petar con ésta.

Minho se acercó, sonriendo con gratitud. –Entonces, ¿va al tracklist de mañana?

-Pues claro. Lo dejamos así. Las tres del mes pasado y la tuya nueva. A mí no me da tiempo para la mía, la reservo para la próxima.

-Es que si no paras de hacer campana… -bromeó Minho, golpeándole suavemente en el hombro.

-Ya sé que me echaste de menos, joder, para de repetirlo.

-Eso te gustaría a ti –aclaró Minho entre risas-. Bueno va, ¿repasamos la coreo primero, y luego vamos a los raps?

-Sí, por favor –respondió Shunmei, levantándose de la silla finalmente-, necesito mover el esqueleto.

-Eso, eso, mueve el trasero, campanero –le instó Minho dándole con la rodilla en dicha zona.

 

Ensayaron durante casi una hora la coreografía que llevaban algo más de una semana practicando. No eran grandes bailarines, pero la dedicación y pasión que sentían les ayudaba mucho a dar un mejor efecto en sus movimientos. Su principal motivación era poder expresarse a través de las palabras, pero con el tiempo se dieron cuenta de que expresar a través del cuerpo podía llegar a ser igual de satisfactorio y liberador.

Mientras recuperaban algo de aliento, Shunmei había vuelto frente al portátil para cambiar las pistas a reproducir y creó una nueva playlist para los cuatro temas que iban a defender al día siguiente.

-Oye, ¿en qué orden lo haremos? ¿El mismo, y luego tu solo y por último la coreo? ¿O empezamos con la coreo…? –preguntó Shunmei.

-Creo que la coreo al final sería lo mejor. Es la primera vez que bailamos en público, así terminamos como cracks y les dejamos flipándolo.

-Hombre, cracks tampoco somos…

-¡Que sí, que lo vamos a petar! No todos los raperos underground se atreven llevando tan poco tiempo. Y si no les mola, que se jodan. Fuck the haters.

Shunmei soltó una risa por lo bajo ante el pésimo inglés de su amigo, pero en lo demás estaba de acuerdo. Lo harían así, y si salía bien, iba a ser un punto a favor. O al menos, otra experiencia.

Retomaron la práctica tras un parón de varios minutos devorando las galletas de piña, patatas fritas de gamba y rodajas de kimbab[v] que ambos compartían para matar el hambre. Después de darle un último trago a sus bebidas energéticas, volvieron a la carga con sus voces de cara al espejo.

 

El reloj marcaba las diez y media pasadas, y los dos seguían al máximo. Se encontraban practicando la canción que incluía beatbox. Era un tema que habían ideado a principios de junio, y se trataba de un tema sin instrumental de fondo, tan sólo ellos dos rotando sus partes. Mientras uno rapeaba, el otro acompañaba con los sonidos. Habían recibido un gran aplauso y muchos vítores en su única actuación, por lo que querían perfeccionarla y que aún fuera mejor para la segunda vez.

Era el turno del rap de Shunmei, enlazando las sílabas con fuerza y rapidez. Por eso, quedó muy claro que algo le había interrumpido el ritmo cuando Minho se encontró solo con los ruidos que escapaban de sus labios contra el micrófono. Levantó la vista hacia donde miraba Shunmei, y vio a Oksun que saludaba tímidamente desde la puerta.

-¿Se puede?

Shunmei le dedicó una sonrisa cómplice a su amiga y le hizo señas para que entrase.

-Pensaba que ya no te dignarías a aparecer.

-Yo nunca falto a mi palabra, listo –le respondió ella, sacándole la lengua. Cuando pasó a saludar a Minho, simplemente hizo un leve gesto con la cabeza. Él hizo lo mismo, visiblemente más cohibido-. Seguid, seguid, sólo vengo a mirar –añadió, y se sentó en el banquillo.

-Estábamos con el beatbox… ¿empezamos de cero?

Minho asintió, y se acercó el micro para comenzar con su estrofa. Con Oksun presente, se había puesto nervioso y se sentía demasiado observado, lo cual era paradójico; sus actuaciones en los locales habituales podían reunir hasta cien personas, pero el mero hecho de tener en ese momento tan sólo los ojos de la chica encima, le estrujaba por dentro.

Shunmei había notado el cambio de actitud de su amigo, pero la situación le parecía divertida. El Minho que tanto se picaba con él e iba de grande por la vida se veía reducido a la mitad con la presencia de Oksun. Ya le estaba bien sufrir un poco de vez en cuando. Ésta, sin embargo, no había reparado demasiado en cómo se estaba comportando. Lo notaba como siempre cuando ella estaba delante, y también le incomodaba un poco, pero era lo normal. Estaba intentando seguir el consejo de Shun y acercarse más al chico, pero tampoco lo iba a hacer de golpe, y menos a solas.

En lo que sí llevaba unos minutos interesada era en la figura de Minho. Su camiseta negra sin mangas lucía pegada a su pecho y espalda por el sudor. Aunque en la sala tenían aire acondicionado, no solían ponerlo muy fuerte, porque luego el golpe de calor era más exagerado, y entonces venían los resfriados tontos. Por eso, estaban acostumbrados a sudar y sudar en esa habitación de subterráneo. Observando con atención a los chicos, su vista viajaba de uno al otro al compás del beat. Intentaba no fijarse demasiado en los brazos de Minho, totalmente al descubierto con los bíceps marcados, mientras subía y bajaba las manos y se movía a cortos pasos. Era consciente de que cuando dijo que el chico estaba bueno era  totalmente cierto, y eso no lo podía negar aunque se empeñara en ello. Y todavía era más evidente cuando lo comparaba con Shun. Ella era la primera que pensaba que su amigo también estaba muy bien, pero claro, al lado de Minho, cualquiera se veía como un canijo. Y es que no estaba para nada lo que se dice “cachas”, pero era un par de centímetros más alto y más ancho, lo que contribuía a que destacara más.

El tema terminó y los chicos chocaron las manos, señal que a ambos les había parecido que ésa era la definitiva. Oksun les regaló un sentido aplauso.

-¡Brutal! Os ha quedado perfecta.

Minho quería agradecerle pero no le salían las palabras, así que Shunmei habló por él.

-Eso pretendemos, aunque los nervios juegan malas pasadas a veces -miró de reojo a Minho. Éste le devolvió el comentario con ojos alerta. Oksun pareció no darse cuenta del intercambio silencioso y siguió comentando qué tal les había visto.

Desde hacía unos días que a Shunmei se le había ocurrido una idea que no sabía cómo iba a sentar, pero quería intentarlo.

-Oksun, ¿por qué no colaboras con nosotros?

La pregunta dejó estupefactos tanto a Oksun como a Minho, que no entendía a qué venía tal petición.

-¿Cómo? -Oksun estaba totalmente desconcertada.- ¿Colaborar en qué?

-En la canción. Que cantes algo.

La chica arrugó la frente y mantuvo la expresión de no entender nada.

-¿Qué dices? ¿Cómo voy a cantar?

-Cantas bien. Tienes la voz bonita, pero no lo has probado con nosotros. Creo que añadir un par de líneas contigo sería ideal. -Oksun seguía sin compartir la opinión de su amigo y le miraba con la boca semi-abierta, decidida a negarse a esa idea sin sentido. Shun prosiguió.- ¿Tú qué piensas,  Minho? ¿A que molaría?

Minho se mordió el labio unos segundos, indeciso.

-No sé… pero me fío de tu juicio, supongo.

Oksun, por su lado, se tomó ese comentario demasiado a pecho, debido a su tonta rencilla personal con el chico. No había dicho nada malo, pero ese “no sé”, “supongo” le sonó a “haz lo que quieras, me da igual”, como si ella no importara lo más mínimo. Su propio orgullo no le dio tregua, así que decidió seguir adelante. Aunque no le entusiasmara la idea de cantar en público, lo iba a hacer por Shun.

-¿Para mañana?

Shunmei asintió. –Podemos escribir ahora tu parte, ensayarla un poco, y mañana por la mañana dejarla lista del todo. Va a ser muy corto, así que no creo que necesitemos más tiempo.

La chica repasó la idea en su mente para estar completamente segura de a lo que se iba a comprometer. Pero era algo importante para su amigo, y siempre estaba dispuesta a ayudarlo. Así que finalmente accedió.

-Vale. Dale caña.

Shunmei le dedicó una sonrisa llena de orgullo a su amiga, y se acercó a darle un abrazo, susurrándole un “gracias” antes de separarse.

Minho seguía con los brazos cruzados, dudando de cómo iba a acabar la cosa. Le hacía ilusión que Oksun se hubiera añadido a ellos, aunque eso incrementara su sensación de incomodidad por momentos. No era ciego, y se había dado cuenta de que ella seguía sin hacerle mucho caso, simplemente hablándole en monosílabos o con movimientos de cabeza. Se comenzaba a preocupar, barajando la idea de que tal vez nunca se fueran a llevar bien. Y no entendía del todo el porqué.

Tras algo más de media hora escribiendo y tachando, dieron con los cuatro versos finales que Oksun cantaría en el tema de beatbox. Su voz cálida le iba a dar un toque más íntimo y natural, un sincero a cappella que cerraría la canción sobre ilusiones perdidas y reencontradas.

-Venga, de pie todos que vamos a probarlo en vivo –dijo Shunmei, que por si no había quedado claro, era el que dirigía todo el asunto. Oksun y y Minho se levantaron del suelo de parqué y adoptaron sus posiciones.

Los dos raperos comenzaron con sus respectivas partes, mientras Oksun reseguía la hoja con las letras en segundo plano. Cuando Shunmei alcanzaba el final de su segunda estrofa, el nudo que Oksun tenía en el estómago se fue apretando más, y por un momento pensó que no le iba a salir, que lo iba a hacer fatal, y eso que solamente era el primer ensayo. Pero Shun terminó su parte, alargando la última vocal para hacer entrada a su amiga, e intentó transmitirle calma en su mirada. Oksun inspiró, y dejando atrás la vergüenza y el miedo, llenó la sala con su voz.

Shunmei no tenía ninguna duda de la capacidad de su mejor amiga. No le decepcionó en absoluto, y quería probar a sacar ese potencial escondido. Esa fuerza que no había logrado sacar antes y mostrársela al mundo. Esa fuerza que había dejado fascinado a Minho, que era la primera vez que la oía cantar.

Se suele decir que hay voces que enamoran, y para Minho ése fue el instante en el que se enamoró de una voz, y de la persona que le daba vida. No podía apartar la vista de esa pequeña chica, cuya cabeza apenas le sobrepasaba el hombro; de su rostro redondeado y ojos radiantes, de su cuerpo delicado, de su aura inocente. Era como si la estuviera viendo por primera vez, de nuevo, sin más velos ni secretos. Esa fue la Oksun que le devolvió la ilusión perdida.

 

 

Era mediodía cuando Shunmei, Minho y Oksun abandonaron el High Skool. La bofetada de calor y humedad que les recibió al poner los pies en la calle les hizo sentirse más cansados de lo que estaban.

-Joder, me derrito –proclamó Minho, colocándose bien la gorra para que no le deslumbrara el sol.

-Con lo bien que se estaba a las siete, por dios –apuntó Shunmei.

-Vamos a comer a algún lugar fresquito, ¿no?

Los dos chicos estuvieron de acuerdo con la propuesta de Oksun, y comenzaron a caminar por la zona de bares y paradas de comida de Hongdae. A esas horas, ya había más gente por la calle, y todo se veía más animado.

Shunmei y Minho habían pensado en el mismo sitio para ir a comer, ya que era un habitual para ellos. La amable dueña siempre les invitaba a alguna ración extra, porque según ella, “estos chicos tan guapos y deportistas” tenían que alimentarse bien. Evidentemente, ellos no iban a poner objeción alguna.

Oksun intentaba no fijarse demasiado en las tiendas de ropa que había alrededor, ya que no tenía mucho presupuesto después de lo que se gastó el mes pasado, así que caminó con la cabeza bien recta y charlando con los chicos. Al final de la calle, una figura iba cobrando familiaridad cuanto más se acercaba a ellos. Sus pasos eran tranquilos y andaba distraído, mirando los escaparates de las tiendas como si buscara algo en concreto.

Cuando ya estaban apenas a varios metros de distancia, tanto Shunmei como Oksun le reconocieron. Fue la chica la que inició el saludo.

-¡Junsu! ¡Hola!

Éste guió la vista hacia su dirección y su rostro se iluminó al ver a su compañera de universidad.

-¡Oksun, hey! Ya van dos días seguidos que nos vemos, y eso que ya estamos de vacaciones –bromeó, y entonces reparó en sus acompañantes-. Hola, Shun.

-Hola, cómo va –respondió él, con algo más de confianza que la última vez, aunque aún conservaba ese tono un poco áspero que no era nada común en él.

Junsu y Minho también intercambiaron un corto saludo, lleno de reticencia por parte de éste último, pues era el único que no conocía al tipo. Un sentimiento parecido a los celos brotaba en su interior al observar cómo el tal Junsu y Oksun parecían tener una relación muy amistosa.

-¿Qué haces por aquí? ¿Mirando ropa? –preguntó visiblemente interesada Oksun, pues no era muy común ver a chicos solos por esa zona.

-Sí, pero no para mí –la respuesta incrementó el interés de la chica-, mi hermana, que cumple años pronto… y estoy intentando inspirarme para el regalo.

-Oh, ¿tu hermana es mayor, verdad? Tienes que escoger bien, ¿eh?

Oksun era una máquina de hablar cuando le daban coba, y como se llevaba tan bien con Junsu, éste le seguía el hilo, hasta que la conversación residía en si era mejor una falda o un vestido.

Aprovechando que los dos universitarios parecían enfrascados en el intercambio de ideas, Minho se acercó a su amigo.

-Oye –le susurró-, ¿quién coño es ese tío?

-Es un compañero de la uni.

Minho chasqueó la lengua en señal de desaprobación.

-Joder, seguro que le va detrás. Y fijo que ella también…

Shunmei no podía aguantarse la risa. Era maravilloso ver a su amigo celoso y asumiendo la situación tan precipitadamente, aunque a ojos de un extraño, era bien lo que parecía.

-Puede ser. Pero Oksun tiene otras ideas en la cabeza.

-¿Otras ideas?

-Sí… me dijo que cree que es gay.

Minho abrió la boca de sopetón, alucinando con lo que le acababa de decir su amigo.

-¿¡Te mola ese pijo!?

Shunmei le lanzó una mirada de horror, y rezó por que nadie hubiera oído la gilipollez que acababa de salir por esa boca. Por suerte, los otros dos seguían como si nada.

-Tío, te voy a matar. ¡Claro que no! Te he dicho que son ideas suyas –le increpó, todavía echando vistazos furtivos a la pareja-. Joder, encima que te lo digo para que no te pienses lo que no es. Puedes estar tranquilo, que a Oksun no le gusta Junsu. Pero tampoco le vas a gustar tú si sigues así de imbécil.

Minho se incorporó, y sintió sus hombros relajarse como si le hubieran quitado una pesada carga de encima.

-O sea que está sonsacando info para ver si es un buen candidato. Qué maja, te busca hasta los novios…

Shunmei puso los ojos en blanco. Ahora no sólo iba a tener que lidiar con su amiga, sino que Minho también iba a ir soltando comentarios e indirectas sobre Junsu.

-Te he dicho que no me gusta. Así que deja el tema.

En ese momento Oksun dio media vuelta, y anunció que serían uno más.

-Chicos, ¡que Junsu también viene a comer!

“Genial”, pensó, resignado, Shunmei. Hoy al menos tenía a Minho a su lado para no sentirse tan aislado, aunque realmente no estaba seguro de si sería un alivio o un tormento.

 

 

-Ay, hoy me habéis traído más amigos. Entrad, entrad. –La señora del restaurante les invitó a entrar, tan agradable y cariñosa como siempre. Entonces reparó en Junsu, cuya esbelta figura resaltaba mucho en ese local tan humilde.- Pero niño, ¿tú de dónde sales? ¡Qué guapo eres!

El joven aludido hizo una rápida reverencia con la cabeza, intentando esconder la vergüenza que le había dado el inesperado cumplido de la señora. Oksun sonreía encantada, y le dio un tirón por detrás de la camiseta a Shunmei como advertencia. Como si no lo hubiera visto, él.

Junsu fue el primero en sentarse, junto a la pared, y Oksun fue a ocupar el asiento de en frente. Shunmei aprovechó para agarrar la silla junto a su amiga, no fuera a ser que el otro también pretendiera acorralarle y hacerle sentar al lado de Junsu. A esas alturas no se fiaba de ninguno de los dos.

Colocaron los palillos y los vasos con agua sobre la mesa, e hicieron el pedido. Tteokbokki, Jajangmyeon, bulgogi[vi], y los acompañamientos de arroz y sopa habituales.

-Está super bueno esto, ¿por qué no me habéis traído antes? –comentó Oksun, tras haber probado un poco de cada plato.

-Porque nunca vienes a vernos, por eso –le recordó Shunmei.

Oksun hizo caso omiso, y observó cómo Junsu seguía con esa sonrisa de complicidad cuando les veía lanzarse ese tipo de comentarios.

-Shun y Minho –comenzó a explicar- tienen un local por aquí cerca. Escriben y hacen raps, ¿sabes? Ensayan casi cada día.

-¿Tenéis un grupo? –preguntó él con gran admiración e interés.

-No exactamente –se adelantó Shunmei-, más bien somos… solistas, pero tenemos canciones juntos y compartimos escenario. –Minho asentía mientras masticaba.

-Hostia, Junsu –soltó Oksun de repente, lo cual asustó a los tres chicos por igual-, mañana tienen actu. ¡Tienes que venir!

Shunmei maldijo a su amiga por enésima vez. De verdad, ¿no podía quedarse quieta y dejar de invitar al chaval a todas partes de una vez?

-Igual no le gusta el hip-hop, Oksun… -se aventuró a decir Minho con suavidad.

-¿Y qué? –le respondió ella, molesta como siempre cuando Minho opinaba.- De hecho, voy a cantar en una de sus canciones, me encantaría que vinieras, necesito apoyo moral.

-¿En serio?

-Sí… no sé si me arrepentiré luego, pero tengo curiosidad por saber qué se siente.

Junsu apoyó la barbilla sobre la palma de su mano, descansando el brazo encima de la mesa. Tenía media sonrisa dibujada en la cara debido a la ilusión de su compañera. Entonces, miró de soslayo a Shunmei, cuya expresión era, como siempre, bastante indiferente.

-¿Me das permiso para ir?

Shunmei levantó la vista del plato, para comprobar que, efectivamente, la pregunta iba dirigida hacia él. Se quedó perplejo unos instantes, clavado en esa sonrisa sutil y mirada penetrante que le observaba en diagonal.

-A mí no me mires, si luego no te gusta –fue lo primero que fue capaz de articular sin parecer un estúpido.

-Eso es un sí –aclaró Oksun, destensando el ambiente con una de sus risitas agudas.

Terminaron de comer alrededor de la una y media. Shunmei debía irse ya, pues en poco más de una hora comenzaba su turno y necesitaba pasar por casa antes para ducharse. Los cuatro jóvenes pagaron y salieron del local, en dirección al metro. Se despidieron de Junsu, que volvía a casa a pie, ya que vivía cerca. Oksun le informó del lugar y hora donde debían reunirse la noche siguiente.

“Disfrutarás del espectáculo”, habían sido sus últimas palabras antes de separarse y adentrarse en la boca de metro por donde ya bajaban los otros dos.

 

 



[i] Fideos en sopa, como el ramen japonés.

[ii] Las ‘jeon’ son una especie de tortas fritas. ‘Gamja’ es de patata, también las hay de kimchi, marisco, verdura…

[iii] KakaoTalk es la app de mensajería móvil por excelencia en Corea.

[iv] Aquí tengo que explicar varias cosas: El personaje de Minho no se llamaba Minho inicialmente, tenía otro nombre, pero no recordaba cuál, ya que sólo había escrito sobre él en un drabble que tenía perdido (pero que por fin encontré y añadiré a la historia :D). Total, que he decidido recrear a este personaje prácticamente desde cero y lo he bautizado como Minho, y razón en parte porque está muy inspirado en Minho de Winner. No le he puesto ni otro nombre porque me encanta. Así que ya sabéis cómo luce el amigo XD Y siguiendo con el frikismo, la letra que menciona Shunmei, “Ése soy yo”, es un solo real del Minho real. En inglés podéis buscarla como “I’m Him”, por si tenéis curiosidad.

[v] Son rollitos de arroz envueltos en alga con diferentes ingredientes dentro: zanahoria, huevo, pepino, atún, queso, kimchi… Es una comida fácil, sencilla y rápida.

[vi] Tteokbokki: tiras de pasta de arroz cortadas y mezcladas con salsa picante.

Jajangmyeon: fideos gruesos con una salsa espesa y oscura hecha de judía.

Bulgogi: carne de vacuno marinada a la parrilla.

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