Capítulo 02: Sube el telón
-¿En serio te vas a quedar jugando?
Shunmei terminaba de vestirse para salir hacia su trabajo,
mientras Oksun seguía estirada en el sofá, mirando la tele.
-Es que para volver a mi casa… me quedo aquí. No tengo nada
que hacer ahora que estoy libre, ¡de repente no sé en qué gastar el tiempo!
-Ya, y por eso vas a viciarte a mi play mientras no estoy.
-Por ejemplo.
Había salido un nuevo videojuego para PS3 hacía menos de un
mes, y Oksun apenas había podido probarlo durante sus escapadas de estudio al
piso de su amigo. Cuando estaba cansada de dibujar, desconectaba un rato
matando infectados a través de ese hombre que le recordaba a Hugh Jackman, y la
chica doble de Ellen Page. Shunmei ya se lo había pasado –obviamente, no la iba
a esperar- y ella no quería ser menos. Y además, se moría de ganas por saber
qué más iba a ocurrirle a la extraña pareja.
-¿Y por qué no vas a visitar a Minho? Seguro que le hace
mucha ilusión –sugirió Shunmei, apareciendo por el salón con el pelo bien atusado.
Casi siempre llevaba puesto un gorro, fuera verano o invierno, pero tenía que
resignarse y deshacerse de él durante las horas de trabajo.
Oksun resopló, harta de escuchar esa invitación que siempre
rechazaba.
-¿Y por qué no voy y me lanzo al río Han? Ya puestos, la
sensación es la misma.
Shunmei soltó una carcajada al pasar por su lado, mientras
cogía las llaves, el móvil y otras pertenencias para meterlas en su bolsa.
–Pobre Minho, si te oyera. Me reiría tanto.
-Me vas a estar dando la lata con Minho para vengarte de mí
por lo de Junsu. Lo veo.
-No me compares. Hace mucho que conoces a Minho y sabes que
le gustas, pero no te dignas a conocerle de verdad –comentó él, adoptando un
tono de voz más serio.
-Pues porque no me inter—
-No –la interrumpió-, sabes que no es por eso. Es porque te
has quedado con la primera impresión, falsa, de él. No es para nada como crees
que es. Si es un trozo de pan, y tú te piensas que es un macarra.
-Porque lo es.
-En el fondo sabes que no. Y te recuerdo que dijiste que
estaba bueno. Palabras tuyas, no mías.
Oksun volvió a suspirar. Si hubiera sabido que Shun le iba a
restregar ese comentario siempre que hablaban de Minho, se lo hubiera guardado
para sí misma.
-Además, si fuera tan mala persona como lo pintas, ¿crees que
sería amigo suyo? Le habría mandado a la mierda hace tiempo. Pero es muy buen
tío. Ya sabes que no te diría esto para chincharte, y menos si realmente te
cayera mal. Te lo digo porque estoy seguro de que si le conocieras, podríais
llevaros genial.
Oksun se mantuvo en silencio con la mirada absorta en la
televisión. Sabía que su amigo tenía razón, pero le costaba admitirlo. A veces,
era realmente terca, y no lo podía evitar.
-En fin, vicia a gusto, me tengo que ir ya –Shunmei miró el
reloj colgado de la pared, ya eran las dos y media pasadas.
-Bueno, que vaya bien la tarde –se despidió ella con un
movimiento de brazo. Siguió con la mirada la silueta de su amigo hasta que
abandonó el salón y cerró la puerta. Una vez sola, se dejó caer sobre el sofá y
se quedó tumbada unos minutos, con las voces de la televisión y el sonido de la
lluvia de fondo, y sus pensamientos embotados en la cabeza.
Shunmei no estaba seguro de si encontraría a su amiga en casa
todavía. Durante la época de exámenes, e incluso tardes (y noches) que habían
salido juntos, Oksun se quedaba a dormir para no tener que realizar el largo
trayecto de vuelta a casa a horas intempestivas, o simplemente porque ya era
fuera de horario. Alguna vez, se la había encontrado medio dormida sobre el
escritorio, con la mejilla embadurnada de carboncillo. Otras varias, rendida en
el sofá, con un pack de folios de algún artículo que debiera leerse esa semana
descansando sobre el pecho. Aunque esta vez ya estuviera de vacaciones y sin
trabajos que hacer, no le extrañaría tampoco que su amiga se hubiera tirado las
8 horas que duraba su turno en la cafetería para entretenerse con lo que tenía
en el piso.
Cuando llegó a la puerta y observó que el cerrojo estaba
echado dos veces, ya comprendió que el piso estaba vacío. Entró en casa y dejó
su bolsa sobre la mesa y metió el paraguas en una bolsa para no empaparlo todo.
Como cada noche que llegaba de trabajar, tenía muchísimo hambre pero pocas
ganas de cocinar. Se dirigió a la cocina para hacerse un cuenco con ramyeon[i],
y sacarse algo de arroz sobrante de la mañana. Para su sorpresa, se encontró
con una sartén recién lavada y un plato tapado sobre la encimera. Era gamjajeon[ii],
con esa forma tan extraña que revelaba las torpes habilidades culinarias de
Oksun. Volvió al salón y cogió el móvil para agradecerle el detalle a su amiga.
Ayuda, allanamiento de
morada con cena incluida. [23:24]
Mientras vigilaba los fideos, oyó el sonido “KaTalk!” [iii]
que le avisaba de un nuevo mensaje.
que buena gente no?
(emoticon)(emoticon)(emoticon) [23:26]
El emoticono que había usado era la cabecita de gato azul con
los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas.
Por qué no te has
quedado? [23:27]
no me apetecia estarme
tanto rato zzZzzz me he ido a las 6 [23:27]
por cierto mañana vas
al HS? [23:28]
Sí. Vas a venir? [23:29]
seguramente me pase a
media mañana (emoticon) [23:29]
Ohhh. Me sé de uno que
se pondrá muy contento [23:30]
ugh calla
(emoticon)(emoticon) [23:30]
Shunmei
sonrió triunfante. Era gracioso lo rápido que había surgido efecto su
conversación de ese mediodía. Sólo faltaba que todo el asunto llegara a buen
puerto.
La
hora punta en el metro nunca perdonaba. Eran casi las ocho de la mañana, todos
enlatados en los vagones de la línea verde. Ya sólo le quedaba una parada hasta
Hongdae. Shunmei siempre se colocaba cerca de las puertas porque odiaba hacerse
paso entre la gente. Una vez fuera, pudo moverse de nuevo e ir rápidamente
hacia la salida 9. Al ser bien temprano, no se formaban esos embotellamientos
en las escaleras de gente que sube y baja, cosa que se agradecía, teniendo en
cuenta el infierno en el que se transformaba a últimas horas del día.
Ya
en el exterior, junto con la fresca brisa de la mañana y el sol aún
desperezándose, el chico caminó por las calles habituales de tiendas, aún
cerradas, poco transitadas en ese momento. Algunas cafeterías sí que habían
abierto, para aquellos madrugadores estudiantes y trabajadores necesitados de
cafeína para afrontar otro largo día. Shunmei ya estaba bien despierto y
deseoso de aprovechar el tiempo que no le dedicó el día anterior a una de sus
pasiones: el hip-hop.
Continuó
hasta el final de la calle por la que se encontraba, y giró a la izquierda. A
mitad de la fachada se encontraban las viejas escaleras de chapa que le
llevaban a su lugar más recurrido, el High Skool.
Antes
de abrir la puerta y entrar en el pequeño recibidor, ya escuchaba el fuerte
sonido de la música tras las paredes. Él era madrugador, pero había otra
persona que siempre le ganaba. Avanzó por el pasillo al son del rap, y entró en
la sala derecha, de dónde provenía la música.
El
enorme espejo de la pared delató cómo Shunmei aparecía encorvado y con una
sonrisa inocente en los labios.
-¡Hombre,
el desertor! ¡Ya era hora, tío!
Minho
le observaba a través del espejo, parado frente a él y recuperando algo de
aliento.
-Joder,
que sólo falté ayer. Ni que hubiera faltado un mes –se excusó él, acercándose
al equipo de sonido y bajando el volumen para no tener que gritar.
-Bueno,
ya sabes, las campanas son como las mujeres, las pruebas una vez y te gusta
tanto que sólo quieres seguir repitiendo…
-Te
recuerdo que no me gustan las mujeres, no se me aplica esa bizarra comparación
tuya.
Minho
se encogió de hombros.
-¿Y
qué hiciste ayer tan importante? Soohyuk tampoco vino y me aburrí un huevo.
-Pues
estuve con Oksun por la uni y poco más.
Al
oír ese nombre, el rostro de Minho se ensombreció un poco. Se frotó la frente
con el dorso de la mano para quitarse el sudor.
-Hace
un montón que no la veo.
Shunmei
levantó la vista del portátil mientras navegaba por las playlists, y observó a su amigo con fingida indiferencia.
-Ha
estado liada con el fin de semestre y eso. Lo que menos le apetecía era
encerrarse aquí también.
-Ya,
supongo.
El
tono de resignación de su voz era más que palpable. Shunmei mantenía su cara de
póker mientras estudiaba la postura de derrota de Minho, sentado en el
banquillo.
-¿Has
terminado de escribir la letra de “Ése soy yo[iv]”?
–preguntó Shunmei, cambiando de tema.
-Ah,
sí, está casi lista. Esperaba que le echaras un vistazo y si das el visto
bueno, la añadimos al repertorio de mañana.
-Guay.
¿La tienes en papel o por aquí?
-Aún
no la he pasado. Está en uno de esos folios –señaló entre los papeles de la
mesa.
Shunmei
los movió y levantó hasta dar con el que buscaba. Lleno de tachones, apuntes y
dibujos. Leyó rápidamente la letra que ya conocía con alguna estrofa modificada
y otra añadida, y miró de nuevo a su amigo.
-Te
la has currado, eh. Me gusta. ¿De la música has cambiado algo?
-No,
la dejo como está. Si la cambio más, la cago.
-Vale,
pues enséñame la puesta en escena de una vez. –Shunmei pulsó el botón del ratón
y el beat de la canción empezó a
sonar y retumbar en la sala. Minho se puso de pie, micro en mano, y se plantó
en el centro de nuevo.
Decir
que Minho se transformaba cuando rapeaba era quedarse corto. Aunque su sobrada
actitud y burlesca expresión era la misma que al hablar, sus ojos emitían un
fuerte magnetismo, y su cuerpo se movía en perfecta sincronía con el ritmo.
Derrochaba confianza y sabía actuar. Shunmei no hacía más que reafirmarse de
que el chaval había nacido para esto.
Minho
terminó la canción con una pose triunfal, de cara a Shunmei. Éste le respondió
con un aplauso y un signo de aprobación con el pulgar.
-¡Genial!
Muy buena, tío. Lo vas a petar con ésta.
Minho
se acercó, sonriendo con gratitud. –Entonces, ¿va al tracklist de mañana?
-Pues
claro. Lo dejamos así. Las tres del mes pasado y la tuya nueva. A mí no me da
tiempo para la mía, la reservo para la próxima.
-Es
que si no paras de hacer campana… -bromeó Minho, golpeándole suavemente en el
hombro.
-Ya
sé que me echaste de menos, joder, para de repetirlo.
-Eso
te gustaría a ti –aclaró Minho entre risas-. Bueno va, ¿repasamos la coreo
primero, y luego vamos a los raps?
-Sí,
por favor –respondió Shunmei, levantándose de la silla finalmente-, necesito
mover el esqueleto.
-Eso,
eso, mueve el trasero, campanero –le instó Minho dándole con la rodilla en
dicha zona.
Ensayaron
durante casi una hora la coreografía que llevaban algo más de una semana
practicando. No eran grandes bailarines, pero la dedicación y pasión que sentían
les ayudaba mucho a dar un mejor efecto en sus movimientos. Su principal
motivación era poder expresarse a través de las palabras, pero con el tiempo se
dieron cuenta de que expresar a través del cuerpo podía llegar a ser igual de
satisfactorio y liberador.
Mientras
recuperaban algo de aliento, Shunmei había vuelto frente al portátil para
cambiar las pistas a reproducir y creó una nueva playlist para los cuatro temas que iban a defender al día
siguiente.
-Oye,
¿en qué orden lo haremos? ¿El mismo, y luego tu solo y por último la coreo? ¿O
empezamos con la coreo…? –preguntó Shunmei.
-Creo
que la coreo al final sería lo mejor. Es la primera vez que bailamos en
público, así terminamos como cracks y les dejamos flipándolo.
-Hombre,
cracks tampoco somos…
-¡Que
sí, que lo vamos a petar! No todos los raperos underground se atreven llevando tan poco tiempo. Y si no les mola,
que se jodan. Fuck the haters.
Shunmei
soltó una risa por lo bajo ante el pésimo inglés de su amigo, pero en lo demás
estaba de acuerdo. Lo harían así, y si salía bien, iba a ser un punto a favor.
O al menos, otra experiencia.
Retomaron
la práctica tras un parón de varios minutos devorando las galletas de piña,
patatas fritas de gamba y rodajas de kimbab[v]
que ambos compartían para matar el hambre. Después de darle un último trago a
sus bebidas energéticas, volvieron a la carga con sus voces de cara al espejo.
El
reloj marcaba las diez y media pasadas, y los dos seguían al máximo. Se
encontraban practicando la canción que incluía beatbox. Era un tema que habían ideado a principios de junio, y se
trataba de un tema sin instrumental de fondo, tan sólo ellos dos rotando sus
partes. Mientras uno rapeaba, el otro acompañaba con los sonidos. Habían
recibido un gran aplauso y muchos vítores en su única actuación, por lo que
querían perfeccionarla y que aún fuera mejor para la segunda vez.
Era
el turno del rap de Shunmei, enlazando las sílabas con fuerza y rapidez. Por
eso, quedó muy claro que algo le había interrumpido el ritmo cuando Minho se
encontró solo con los ruidos que escapaban de sus labios contra el micrófono.
Levantó la vista hacia donde miraba Shunmei, y vio a Oksun que saludaba
tímidamente desde la puerta.
-¿Se
puede?
Shunmei
le dedicó una sonrisa cómplice a su amiga y le hizo señas para que entrase.
-Pensaba
que ya no te dignarías a aparecer.
-Yo
nunca falto a mi palabra, listo –le respondió ella, sacándole la lengua. Cuando
pasó a saludar a Minho, simplemente hizo un leve gesto con la cabeza. Él hizo
lo mismo, visiblemente más cohibido-. Seguid, seguid, sólo vengo a mirar
–añadió, y se sentó en el banquillo.
-Estábamos
con el beatbox… ¿empezamos de cero?
Minho
asintió, y se acercó el micro para comenzar con su estrofa. Con Oksun presente,
se había puesto nervioso y se sentía demasiado observado, lo cual era
paradójico; sus actuaciones en los locales habituales podían reunir hasta cien
personas, pero el mero hecho de tener en ese momento tan sólo los ojos de la
chica encima, le estrujaba por dentro.
Shunmei
había notado el cambio de actitud de su amigo, pero la situación le parecía
divertida. El Minho que tanto se picaba con él e iba de grande por la vida se
veía reducido a la mitad con la presencia de Oksun. Ya le estaba bien sufrir un
poco de vez en cuando. Ésta, sin embargo, no había reparado demasiado en cómo
se estaba comportando. Lo notaba como siempre cuando ella estaba delante, y
también le incomodaba un poco, pero era lo normal. Estaba intentando seguir el
consejo de Shun y acercarse más al chico, pero tampoco lo iba a hacer de golpe,
y menos a solas.
En
lo que sí llevaba unos minutos interesada era en la figura de Minho. Su
camiseta negra sin mangas lucía pegada a su pecho y espalda por el sudor.
Aunque en la sala tenían aire acondicionado, no solían ponerlo muy fuerte,
porque luego el golpe de calor era más exagerado, y entonces venían los
resfriados tontos. Por eso, estaban acostumbrados a sudar y sudar en esa
habitación de subterráneo. Observando con atención a los chicos, su vista
viajaba de uno al otro al compás del beat.
Intentaba no fijarse demasiado en los brazos de Minho, totalmente al
descubierto con los bíceps marcados, mientras subía y bajaba las manos y se
movía a cortos pasos. Era consciente de que cuando dijo que el chico estaba bueno
era totalmente cierto, y eso no lo podía
negar aunque se empeñara en ello. Y todavía era más evidente cuando lo
comparaba con Shun. Ella era la primera que pensaba que su amigo también estaba
muy bien, pero claro, al lado de Minho, cualquiera se veía como un canijo. Y es
que no estaba para nada lo que se dice “cachas”, pero era un par de centímetros
más alto y más ancho, lo que contribuía a que destacara más.
El
tema terminó y los chicos chocaron las manos, señal que a ambos les había
parecido que ésa era la definitiva. Oksun les regaló un sentido aplauso.
-¡Brutal!
Os ha quedado perfecta.
Minho
quería agradecerle pero no le salían las palabras, así que Shunmei habló por
él.
-Eso
pretendemos, aunque los nervios juegan malas pasadas a veces -miró de reojo a
Minho. Éste le devolvió el comentario con ojos alerta. Oksun pareció no darse
cuenta del intercambio silencioso y siguió comentando qué tal les había visto.
Desde
hacía unos días que a Shunmei se le había ocurrido una idea que no sabía cómo
iba a sentar, pero quería intentarlo.
-Oksun,
¿por qué no colaboras con nosotros?
La
pregunta dejó estupefactos tanto a Oksun como a Minho, que no entendía a qué
venía tal petición.
-¿Cómo?
-Oksun estaba totalmente desconcertada.- ¿Colaborar en qué?
-En
la canción. Que cantes algo.
La
chica arrugó la frente y mantuvo la expresión de no entender nada.
-¿Qué
dices? ¿Cómo voy a cantar?
-Cantas
bien. Tienes la voz bonita, pero no lo has probado con nosotros. Creo que
añadir un par de líneas contigo sería ideal. -Oksun seguía sin compartir la
opinión de su amigo y le miraba con la boca semi-abierta, decidida a negarse a
esa idea sin sentido. Shun prosiguió.- ¿Tú qué piensas, Minho? ¿A que molaría?
Minho
se mordió el labio unos segundos, indeciso.
-No
sé… pero me fío de tu juicio, supongo.
Oksun,
por su lado, se tomó ese comentario demasiado a pecho, debido a su tonta rencilla
personal con el chico. No había dicho nada malo, pero ese “no sé”, “supongo” le
sonó a “haz lo que quieras, me da igual”, como si ella no importara lo más
mínimo. Su propio orgullo no le dio tregua, así que decidió seguir adelante.
Aunque no le entusiasmara la idea de cantar en público, lo iba a hacer por
Shun.
-¿Para
mañana?
Shunmei
asintió. –Podemos escribir ahora tu parte, ensayarla un poco, y mañana por la
mañana dejarla lista del todo. Va a ser muy corto, así que no creo que
necesitemos más tiempo.
La
chica repasó la idea en su mente para estar completamente segura de a lo que se
iba a comprometer. Pero era algo importante para su amigo, y siempre estaba
dispuesta a ayudarlo. Así que finalmente accedió.
-Vale.
Dale caña.
Shunmei
le dedicó una sonrisa llena de orgullo a su amiga, y se acercó a darle un
abrazo, susurrándole un “gracias” antes de separarse.
Minho
seguía con los brazos cruzados, dudando de cómo iba a acabar la cosa. Le hacía
ilusión que Oksun se hubiera añadido a ellos, aunque eso incrementara su
sensación de incomodidad por momentos. No era ciego, y se había dado cuenta de
que ella seguía sin hacerle mucho caso, simplemente hablándole en monosílabos o
con movimientos de cabeza. Se comenzaba a preocupar, barajando la idea de que
tal vez nunca se fueran a llevar bien. Y no entendía del todo el porqué.
Tras
algo más de media hora escribiendo y tachando, dieron con los cuatro versos
finales que Oksun cantaría en el tema de beatbox.
Su voz cálida le iba a dar un toque más íntimo y natural, un sincero a cappella que cerraría la canción sobre
ilusiones perdidas y reencontradas.
-Venga,
de pie todos que vamos a probarlo en vivo –dijo Shunmei, que por si no había
quedado claro, era el que dirigía todo el asunto. Oksun y y Minho se levantaron
del suelo de parqué y adoptaron sus posiciones.
Los
dos raperos comenzaron con sus respectivas partes, mientras Oksun reseguía la
hoja con las letras en segundo plano. Cuando Shunmei alcanzaba el final de su
segunda estrofa, el nudo que Oksun tenía en el estómago se fue apretando más, y
por un momento pensó que no le iba a salir, que lo iba a hacer fatal, y eso que
solamente era el primer ensayo. Pero Shun terminó su parte, alargando la última
vocal para hacer entrada a su amiga, e intentó transmitirle calma en su mirada.
Oksun inspiró, y dejando atrás la vergüenza y el miedo, llenó la sala con su
voz.
Shunmei
no tenía ninguna duda de la capacidad de su mejor amiga. No le decepcionó en
absoluto, y quería probar a sacar ese potencial escondido. Esa fuerza que no
había logrado sacar antes y mostrársela al mundo. Esa fuerza que había dejado fascinado
a Minho, que era la primera vez que la oía cantar.
Se
suele decir que hay voces que enamoran, y para Minho ése fue el instante en el
que se enamoró de una voz, y de la persona que le daba vida. No podía apartar
la vista de esa pequeña chica, cuya cabeza apenas le sobrepasaba el hombro; de
su rostro redondeado y ojos radiantes, de su cuerpo delicado, de su aura
inocente. Era como si la estuviera viendo por primera vez, de nuevo, sin más
velos ni secretos. Esa fue la Oksun que le devolvió la ilusión perdida.
Era
mediodía cuando Shunmei, Minho y Oksun abandonaron el High Skool. La bofetada
de calor y humedad que les recibió al poner los pies en la calle les hizo
sentirse más cansados de lo que estaban.
-Joder,
me derrito –proclamó Minho, colocándose bien la gorra para que no le
deslumbrara el sol.
-Con
lo bien que se estaba a las siete, por dios –apuntó Shunmei.
-Vamos
a comer a algún lugar fresquito, ¿no?
Los
dos chicos estuvieron de acuerdo con la propuesta de Oksun, y comenzaron a
caminar por la zona de bares y paradas de comida de Hongdae. A esas horas, ya
había más gente por la calle, y todo se veía más animado.
Shunmei
y Minho habían pensado en el mismo sitio para ir a comer, ya que era un
habitual para ellos. La amable dueña siempre les invitaba a alguna ración
extra, porque según ella, “estos chicos tan guapos y deportistas” tenían que
alimentarse bien. Evidentemente, ellos no iban a poner objeción alguna.
Oksun
intentaba no fijarse demasiado en las tiendas de ropa que había alrededor, ya
que no tenía mucho presupuesto después de lo que se gastó el mes pasado, así
que caminó con la cabeza bien recta y charlando con los chicos. Al final de la
calle, una figura iba cobrando familiaridad cuanto más se acercaba a ellos. Sus
pasos eran tranquilos y andaba distraído, mirando los escaparates de las
tiendas como si buscara algo en concreto.
Cuando
ya estaban apenas a varios metros de distancia, tanto Shunmei como Oksun le
reconocieron. Fue la chica la que inició el saludo.
-¡Junsu!
¡Hola!
Éste
guió la vista hacia su dirección y su rostro se iluminó al ver a su compañera
de universidad.
-¡Oksun,
hey! Ya van dos días seguidos que nos vemos, y eso que ya estamos de vacaciones
–bromeó, y entonces reparó en sus acompañantes-. Hola, Shun.
-Hola,
cómo va –respondió él, con algo más de confianza que la última vez, aunque aún
conservaba ese tono un poco áspero que no era nada común en él.
Junsu
y Minho también intercambiaron un corto saludo, lleno de reticencia por parte
de éste último, pues era el único que no conocía al tipo. Un sentimiento
parecido a los celos brotaba en su interior al observar cómo el tal Junsu y
Oksun parecían tener una relación muy amistosa.
-¿Qué
haces por aquí? ¿Mirando ropa? –preguntó visiblemente interesada Oksun, pues no
era muy común ver a chicos solos por esa zona.
-Sí,
pero no para mí –la respuesta incrementó el interés de la chica-, mi hermana,
que cumple años pronto… y estoy intentando inspirarme para el regalo.
-Oh,
¿tu hermana es mayor, verdad? Tienes que escoger bien, ¿eh?
Oksun
era una máquina de hablar cuando le daban coba, y como se llevaba tan bien con
Junsu, éste le seguía el hilo, hasta que la conversación residía en si era
mejor una falda o un vestido.
Aprovechando
que los dos universitarios parecían enfrascados en el intercambio de ideas,
Minho se acercó a su amigo.
-Oye
–le susurró-, ¿quién coño es ese tío?
-Es
un compañero de la uni.
Minho
chasqueó la lengua en señal de desaprobación.
-Joder,
seguro que le va detrás. Y fijo que ella también…
Shunmei
no podía aguantarse la risa. Era maravilloso ver a su amigo celoso y asumiendo la
situación tan precipitadamente, aunque a ojos de un extraño, era bien lo que
parecía.
-Puede
ser. Pero Oksun tiene otras ideas en la cabeza.
-¿Otras
ideas?
-Sí…
me dijo que cree que es gay.
Minho
abrió la boca de sopetón, alucinando con lo que le acababa de decir su amigo.
-¿¡Te
mola ese pijo!?
Shunmei
le lanzó una mirada de horror, y rezó por que nadie hubiera oído la gilipollez
que acababa de salir por esa boca. Por suerte, los otros dos seguían como si
nada.
-Tío,
te voy a matar. ¡Claro que no! Te he dicho que son ideas suyas –le increpó,
todavía echando vistazos furtivos a la pareja-. Joder, encima que te lo digo
para que no te pienses lo que no es. Puedes estar tranquilo, que a Oksun no le
gusta Junsu. Pero tampoco le vas a gustar tú si sigues así de imbécil.
Minho
se incorporó, y sintió sus hombros relajarse como si le hubieran quitado una
pesada carga de encima.
-O
sea que está sonsacando info para ver si es un buen candidato. Qué maja, te
busca hasta los novios…
Shunmei
puso los ojos en blanco. Ahora no sólo iba a tener que lidiar con su amiga,
sino que Minho también iba a ir soltando comentarios e indirectas sobre Junsu.
-Te
he dicho que no me gusta. Así que deja el tema.
En
ese momento Oksun dio media vuelta, y anunció que serían uno más.
-Chicos,
¡que Junsu también viene a comer!
“Genial”,
pensó, resignado, Shunmei. Hoy al menos tenía a Minho a su lado para no
sentirse tan aislado, aunque realmente no estaba seguro de si sería un alivio o
un tormento.
-Ay,
hoy me habéis traído más amigos. Entrad, entrad. –La señora del restaurante les
invitó a entrar, tan agradable y cariñosa como siempre. Entonces reparó en
Junsu, cuya esbelta figura resaltaba mucho en ese local tan humilde.- Pero niño,
¿tú de dónde sales? ¡Qué guapo eres!
El
joven aludido hizo una rápida reverencia con la cabeza, intentando esconder la
vergüenza que le había dado el inesperado cumplido de la señora. Oksun sonreía
encantada, y le dio un tirón por detrás de la camiseta a Shunmei como
advertencia. Como si no lo hubiera visto, él.
Junsu
fue el primero en sentarse, junto a la pared, y Oksun fue a ocupar el asiento
de en frente. Shunmei aprovechó para agarrar la silla junto a su amiga, no
fuera a ser que el otro también pretendiera acorralarle y hacerle sentar al
lado de Junsu. A esas alturas no se fiaba de ninguno de los dos.
Colocaron
los palillos y los vasos con agua sobre la mesa, e hicieron el pedido.
Tteokbokki, Jajangmyeon, bulgogi[vi],
y los acompañamientos de arroz y sopa habituales.
-Está
super bueno esto, ¿por qué no me habéis traído antes? –comentó Oksun, tras
haber probado un poco de cada plato.
-Porque
nunca vienes a vernos, por eso –le recordó Shunmei.
Oksun
hizo caso omiso, y observó cómo Junsu seguía con esa sonrisa de complicidad
cuando les veía lanzarse ese tipo de comentarios.
-Shun
y Minho –comenzó a explicar- tienen un local por aquí cerca. Escriben y hacen
raps, ¿sabes? Ensayan casi cada día.
-¿Tenéis
un grupo? –preguntó él con gran admiración e interés.
-No
exactamente –se adelantó Shunmei-, más bien somos… solistas, pero tenemos
canciones juntos y compartimos escenario. –Minho asentía mientras masticaba.
-Hostia,
Junsu –soltó Oksun de repente, lo cual asustó a los tres chicos por igual-,
mañana tienen actu. ¡Tienes que venir!
Shunmei
maldijo a su amiga por enésima vez. De verdad, ¿no podía quedarse quieta y
dejar de invitar al chaval a todas partes de una vez?
-Igual
no le gusta el hip-hop, Oksun… -se aventuró a decir Minho con suavidad.
-¿Y
qué? –le respondió ella, molesta como siempre cuando Minho opinaba.- De hecho,
voy a cantar en una de sus canciones, me encantaría que vinieras, necesito apoyo
moral.
-¿En
serio?
-Sí…
no sé si me arrepentiré luego, pero tengo curiosidad por saber qué se siente.
Junsu
apoyó la barbilla sobre la palma de su mano, descansando el brazo encima de la
mesa. Tenía media sonrisa dibujada en la cara debido a la ilusión de su
compañera. Entonces, miró de soslayo a Shunmei, cuya expresión era, como
siempre, bastante indiferente.
-¿Me
das permiso para ir?
Shunmei
levantó la vista del plato, para comprobar que, efectivamente, la pregunta iba
dirigida hacia él. Se quedó perplejo unos instantes, clavado en esa sonrisa
sutil y mirada penetrante que le observaba en diagonal.
-A
mí no me mires, si luego no te gusta –fue lo primero que fue capaz de articular
sin parecer un estúpido.
-Eso
es un sí –aclaró Oksun, destensando el ambiente con una de sus risitas agudas.
Terminaron
de comer alrededor de la una y media. Shunmei debía irse ya, pues en poco más
de una hora comenzaba su turno y necesitaba pasar por casa antes para ducharse.
Los cuatro jóvenes pagaron y salieron del local, en dirección al metro. Se
despidieron de Junsu, que volvía a casa a pie, ya que vivía cerca. Oksun le
informó del lugar y hora donde debían reunirse la noche siguiente.
“Disfrutarás
del espectáculo”, habían sido sus últimas palabras antes de separarse y
adentrarse en la boca de metro por donde ya bajaban los otros dos.
[i]
Fideos en sopa, como el ramen japonés.
[ii]
Las ‘jeon’ son una especie de tortas fritas. ‘Gamja’ es de patata, también las
hay de kimchi, marisco, verdura…
[iii]
KakaoTalk es la app de mensajería móvil por excelencia en Corea.
[iv]
Aquí tengo que explicar varias cosas: El personaje de Minho no se llamaba Minho
inicialmente, tenía otro nombre, pero no recordaba cuál, ya que sólo había
escrito sobre él en un drabble que tenía perdido (pero que por fin encontré y
añadiré a la historia :D). Total, que he decidido recrear a este personaje prácticamente
desde cero y lo he bautizado como Minho, y razón en parte porque está muy
inspirado en Minho de Winner. No le he puesto ni otro nombre porque me encanta.
Así que ya sabéis cómo luce el amigo XD Y siguiendo con el frikismo, la letra
que menciona Shunmei, “Ése soy yo”, es un solo real del Minho real. En inglés
podéis buscarla como “I’m Him”, por si tenéis curiosidad.
[v]
Son rollitos de arroz envueltos en alga con diferentes ingredientes dentro:
zanahoria, huevo, pepino, atún, queso, kimchi… Es una comida fácil, sencilla y
rápida.
[vi]
Tteokbokki: tiras de pasta de arroz cortadas y mezcladas con salsa picante.
Jajangmyeon: fideos gruesos con una salsa espesa y
oscura hecha de judía.
Bulgogi: carne de vacuno marinada a la parrilla.
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