28/11/2020

A cámara lenta: 3. Café

 

Capítulo 03: Café

 

La mañana del viernes pasó bastante ajetreada con los últimos ensayos en el High Skool. Repitieron y repitieron todo el tracklist hasta apurar los últimos minutos. También repasaron la coreografía muchas veces, a petición de Oksun, que era la primera vez que los veía bailar tan compenetrados, y le encantaba el resultado. Además, para ellos, era perfecto tenerla de espectadora antes que el mismo público. Oksun era clara y concisa con sus observaciones. Más suave, más rápido, levanta más el hombro derecho, no giras bien el pie. Todos sus apuntes les sirvieron de ayuda hasta que el cuerpo dijo basta.

Regresaron al mismo establecimiento de la señora como el día anterior, y tras llenar los estómagos, cogieron el metro y siguieron el mismo recorrido de siempre. Minho se despidió de Shunmei y Oksun al realizar el transbordo, y la pareja continuó hasta casa.

A Oksun no le apetecía pasarse el día con tanta ida y vuelta de metro, así que había decidido quedarse en el piso de Shun toda la tarde hasta que tuvieran que marchar de nuevo hacia Hongdae. Iba preparada con una mochila con la ropa que se iba a poner esa noche, de recambio, y por supuesto el pijama. Era un ritual quedarse a dormir cuando había actuación: la fiesta se prolongaba hasta bien entrada la madrugada, y el retorno a casa después de juerga era una tortura. Shunmei ya estaba acostumbrado; no mintió cuando dijo que el piso era prácticamente de ella también: en el lavabo había un cepillo suyo, un par de camisetas y shorts en el armario, e incluso chanclas y zapatillas de estar por casa. Eran tantas las veces que había pasado la noche en el piso, que poco a poco sus cosas fueron formando parte del lugar.

-¿Qué te vas a poner, Shun? –preguntó, removiendo perchas y comprobando atuendos. Para su poca sorpresa, su amigo no había renovado mucho armario y la mayoría de prendas seguían siendo negras, grises, algo de blanco, y tejanos.

-¿Qué estás buscando ya? A ver, que no es una pasarela, que voy a rapear como siempre y ya está –Shunmei se aproximó a comprobar que Oksun no le estuviera desordenando el armario y sacando lo que ella quisiera.

-No, no, no, tienes que ponerte guapo y sexy, que esta noche no es como las demás.

Shunmei, pillando al vuelo a qué (o más bien quién) se refería, soltó un bufido de hastío, y escogió unos pantalones tejanos oscuros y una de sus camisetas preferidas, la que tenía escrito en blanco y negro “One Of A Kind”. De zapatillas, seguramente llevara las Vans negras.

-Me voy a poner esto, digas lo que digas.

-Joder, ¡mira que eres aburrido! Haz lo que quieras. Ya ligaré yo por ti.

-¿Con Minho? –Era su momento para vengarse.

Oksun, que ya cruzaba el umbral de la puerta, se giró bruscamente, lanzándole otra de sus miradas plagadas de reproche.

-Creo que necesitaré mucho soju[i] encima para que se me pase por la cabeza intentar eso. Rezo por mi integridad.

-No sé, hoy os he visto mucho mejor. Al final le vas a coger cariño…

-Sí, en unos cuantos años tal vez –oyó que le contestaba desde el salón. Igual no se había dado cuenta, pero incluso sus respuestas ya no eran tan ariscas como antes.

 

 

Después de una tarde entregada a jugar juntos a la videoconsola y darle un último repaso a las canciones, la pareja de amigos se arreglaron y partieron de nuevo hacia Hongdae. Su actuación comenzaba a las diez, y duraría aproximadamente una media hora. Llegaron alrededor de una hora antes, para hablar con los organizadores y comprobar que todo estaba correcto. Minho se les unió a eso de las nueve y cuarto, disculpándose por el retraso. Saludaron a varios compañeros del gremio y conocidos, y otros habituales del local. Oksun sólo conocía a esa gente de vista, y le daba vergüenza acercarse a hablar. Acompañó a los dos chicos, a poca distancia, observando el ambiente que le resultaba totalmente diferente por primera vez.

Minho se percató del semblante tenso de Oksun, y retrocedió lentamente mientras Shunmei le daba pequeñas instrucciones al encargado de iluminación sobre el escenario.

-Te veo nerviosa. Estate tranquila.

Ella agradeció el comentario, pero no pudo evitar fruncir los labios en su usual conducta con el chico.

-Cómo no voy a estarlo.

-Ya sé que es inútil decirte que no lo estés, todos hemos pasado por lo mismo. Pero de verdad, no lo pienses mucho. Va a ser muy rápido; es mejor que sólo pienses en disfrutar y transmitirle al público lo que quieres que sientan.

A Oksun le sorprendió oír algo que no fuera una estupidez por la boca de Minho. Por primera vez que ella recordara, le miró con cierto aprecio, y no con contenido desdén.

-A veces dices cosas con sentido. Qué raro.

Minho soltó un bufido renegado, aunque la sinceridad de la chica le divertía de igual manera.

-Todo lo que digo tiene sentido, sólo hay que encontrárselo –Los ojos de Oksun le observaban llenos de escepticismo, y amenazaban con derrumbar la seguridad en su explicación-. No me mires así, joder.

-En realidad no tienes sentido alguno –le respondió, intentando reprimir la sonrisa que empezaba a aflorar en sus labios. Minho no supo qué replicar a eso, pero se quedó con la risueña imagen de Oksun grabada en la memoria.

En ese momento, Shunmei se aproximó a ellos en lo que parecía la señal de que pronto llegaría la hora de subir al escenario.

-¿De qué habláis, parejita? Quince minutos y a colocarse.

-Eso vosotros, yo tengo un rato como espectadora –aclaró, cruzándose de brazos.

-Sí, pero no te despistes, ¿eh? Cuando estemos en el tercer tema tienes que ir y esperar tras la cortina.

-Que sí… -rezongó ella, como si no supiera cómo funcionaba aquello.

Shunmei alzó la vista sobre sus amigos, ya que alguien había recabado su atención. Era el cuarto en discordia, el que parecía que poco a poco, debido a la insistencia de Oksun, comenzaba a formar parte de su pequeño grupo a marchas forzadas.

-Por ahí llega Junsu –anunció con desinterés.

Oksun fue la primera en girarse y divisar a su compi entre la multitud que ya llevaba un rato albergándose en la sala. Junsu levantó el brazo a modo de saludo y se abrió paso entre los grupos de jóvenes que charlaban y se saludaban.

-Hola, perdonad que llegue tan tarde… me ha costado un poco dar con el sitio –se disculpó tras devolver el fugaz abrazo con que le había recibido Oksun.

-Tranquilo, ¡llegas de sobra! Vas muy guapo, Junsu.

Y era verdad, pese a la ironía del asunto. Con tan sólo una camiseta negra un tanto ajustada de manga corta y unos tejanos del mismo color, el chico lograba resaltar su atractivo sin esfuerzo aparente, como era habitual. Shunmei sin duda se había fijado en su cambio de vestuario, y se preguntó si lo habría hecho por cuajar mejor en ese lugar.

-¿Y tú lo dices? Mírate –Junsu hizo un ademán con la mano para recalcar sus palabras. Oksun había elegido una camisa en tono hueso, y una falda negra de cintura alta con un poco de vuelo. Estaba realmente guapa y elegante.

Minho se estaba mordiendo la lengua ante la facilidad del chico en halagarla, cuando él había querido decirle lo mismo desde que la vio esa noche. Pero no quería ser el típico que suelta cumplidos sólo por quedar bien, aunque el cumplido en sí fuera completamente cierto.

-Bueno, Minho y yo vamos tirando al escenario. Tú –añadió dirigiéndose a Oksun-, nada de nervios.

-Sí, profesor.

-Mucha suerte. Tengo muchas ganas de veros ahí –dijo Junsu con total sinceridad y una sonrisa de ánimo.

-Gracias –respondió Shunmei, y con un una palmada en el hombro a Minho, éste le siguió por la pista hasta ocultarse tras el bastidor y la sala de controles.

-Ven, vamos a ponernos por ahí delante más cerca, y así luego puedo salir sin problemas –sugirió Oksun. Se colocaron en la pared derecha, cerca de donde Shunmei y Minho habían entrado para pasar al escenario.

La sala que les tocaba esa noche era más bien pequeña, con un aforo no mayor de cincuenta personas. En la entrada había un recatado mostrador de bar, donde servían bebidas para apaciguar la espera y avivar la expectación. El público lo formaban jóvenes de su misma edad, veinteañeros de la escena hip-hop underground que también hacían sus pinitos en locales del sector. La mayoría era masculina, pero Oksun se sintió orgullosa de ver cómo cada vez más las chicas también ocupaban lugar.

Las luces se habían ido atenuando conforme pasaban los minutos. A escasos instantes de comenzar, sólo un par de focos iluminaban el escenario, y suaves luces de colores verde, rojo, amarillo y azul bailaban entre la zona del público.

-Deben de estar a punto de salir –intuyó Oksun, con la vista fija en el escenario ansiosa de que que sus dos amigos aparecieran de una vez.

-Cómo se ha llenado esto en el poco tiempo que llevamos aquí –fue lo que observó Junsu tras deambular la mirada por toda la pista y la zona posterior. La gente ya se había colocado de manera uniforme como si fuera un concierto, a la espera de que comenzara la actuación, intercambiando unas últimas palabras hasta que las luces de colores se apagaron y solamente el escenario quedó iluminado.

-¡Por fin…! –exclamó Oksun entre dientes, presa de la emoción. Era evidente que lo iba a dar todo por sus amigos –y compañeros de escenario, en breve-, pero además estaba muy contenta de poder compartir los ánimos con Junsu. Siempre había estado sola animando entre el público.

El backtrack comenzó a sonar por los altavoces, a la vez que Shunmei y Minho hacían aparición por el lateral. Shunmei más sereno, y Minho con los brazos en alto, se colocaron en medio del escenario, cada uno con su respectivo micro en mano.

Lanzaron un grito como saludo al público, el cual les ovacionó con vítores y silbidos. Oksun también se unió a las voces de recepción, mientras que Junsu mantenía su posición relajada pero con una amplia sonrisa de curiosidad y expectación en la cara.

El primer tema era corto pero claro y directo. Su carta de presentación: quiénes eran ellos dos, por qué estaban ahí, y para quién. Minho era el que iniciaba el rap, con Shunmei coreando algunas de sus últimas sílabas, antes de que llegara su turno. Para entonces, el público ya se había involucrado por completo; algunos con brazos en alto, y el resto siguiendo el beat asintiendo con sus cabezas.

Junsu, “primerizo” en este tipo de actuaciones, estaba asombrado ante las nuevas facetas de esos dos: de lo bien que se les daba estar ahí subidos, de lo claras que tenían las ideas y con la pasión que las expresaban. Aunque él no era un total desconocido sobre el mundillo hip-hop, reconocía que no era de sus estilos favoritos; pero como con tantas otras cosas, el directo te hacía sentirlo de manera especial.

-¿Te gusta? –le preguntó Oksun, devolviéndole a la realidad al momento que bajaba la vista del escenario.

-¿Perdón? –En realidad la había oído perfectamente, pero no estaba seguro de a qué se refería en concreto.

-¿Te gusta cómo lo hacen?

-Sí, lo hacen genial. Me gusta.

Oksun sonrió complacida y volvió a mirar hacia sus amigos, que justo habían terminado su primer tema. Ahora tocaba el solo de Minho, y así se confirmó cuando Shunmei salió por la banda del escenario tras una rápida reverencia al público.

-¿Dónde va Shun?

-Minho tiene una nueva canción propia –informó ella, a la vez que se deleitaba ante la idea de que Junsu siguiera refiriéndose a su amigo como Shun-. No te preocupes, que tras ésta vuelve.

Había quedado demostrado que como dúo trabajaban fantásticamente, pero aunque Shunmei desapareciera por unos minutos, Minho supo rellenar ese hueco con toda su presencia y carisma. “Ése soy yo” era un tema que muchos catalogarían como arrogante, descarado. Revelaba esa parte de Minho que Oksun tenía atragantada, a pesar de la insistencia de Shunmei de hacerle pensar lo contrario. Sin embargo, mientras observaba cómo el susodicho se hacía dueño del escenario, y a través de un par de miradas fugaces, la chica comprendió que tal vez no había sabido separar a ese Minho del Minho real. Al fin y al cabo, era una actuación, una de sus caras, pero no la más importante.

Tras los aplausos de los espectadores al finalizar el tema, Shunmei entró de nuevo y se colocó al lado de Minho. Ambos hicieron una reverencia y saludaron al público.

-Gracias a todos por venir –habló Shunmei tras una breve presentación-. Esta noche es quizás la más especial para nosotros hasta el momento por diversas razones… Como habéis visto, aquí el compañero Minho –dijo posando la mano sobre su hombro- ha estrenado su nuevo tema.

La gran mayoría de la gente respondió con vítores y aplausos, lo que provocó que Minho bajara la cabeza en agradecimiento.

-No os emocionéis tanto que luego se pone muy pesado y se viene arriba –continuó Shunmei, mientras el público estallaba en carcajadas-. Aparte de eso, tenemos un par de sorpresas más que realmente esperamos que os gusten. Hemos trabajado duro para preparar la actuación de hoy, y lo seguiremos haciendo para que todos paséis un buen rato. Disfrutad de lo que queda y nos vemos pronto.

Los aplausos volvieron a inundar la sala, mientras que las luces de colores entre el público se apagaban de nuevo para dedicar todo el protagonismo a la pareja de raperos.

-Ésta es la tercera, me tengo que ir –avisó Oksun entre susurros.

-Va, ¡mucha suerte! No te pongas nerviosa.

-Eso intento. Gracias –suspiró antes de escabullirse entre el resto de personas en la zona de la pared y dirigirse a la puerta que daba entrada al escenario.

El tercer tema irrumpió en la sala a través de una música más animada y completa que las anteriores. Algunos chicos entre el público lanzaron gritos de júbilo, por lo que Junsu intuyó que sería uno de los temas favoritos que ya conocían. Minho comenzó recitando unas frases cortas, y Shunmei le siguió con “To all the troubled MCs out there” en un inglés perfecto como preludio a su estrofa.

La letra hablaba de romper obstáculos gracias a la ilusión, el esfuerzo y el sacrificio. Claramente hacía referencia a sus experiencias propias, pero eran unas palabras de aliento con que cualquiera podría sentirse identificado. Así se lo demostró el pegadizo estribillo que muchos ya coreaban, también en inglés, que apuntaba al futuro: “One day, soon, it will be my time to shine”. A Junsu le pareció una gran canción con un mensaje muy positivo. Él, al igual que Shunmei, Minho y Oksun, pertenecía al mundo de las artes, y de una forma u otra su misión era transmitir: a través de palabras, sonido e imágenes. Sus tres nuevos amigos perseguían el mismo fin, por eso, en ese momento, supo con certeza que aprendería mucho de ellos.

También era el tema más largo de los tres, pero pasó rapidísimo. Oksun, que por su parte ya estaba preparada tras la cortina que separaba del escenario, esperaba con controlado nerviosismo que dieran paso a la última canción, y por ello, a su aparición sobre el escenario.

El público volvió a aplaudir cuando finalizaron, y Minho y Shunmei acercaron hasta el centro los dos taburetes que quedaban atrás. Aprovecharon para dar un trago a sus respectivas botellas de agua, mientras se sentaban y acomodaban en silencio para dedicar unas palabras y explicar qué venía a continuación.

-Antes os he comentado que teníamos sorpresas para esta noche –anunció Shunmei-. Pues bien, ahora vamos con otra de esas sorpresas. Éste es otro de los temas que ya conocéis, pero hemos añadido algo… así que os pedimos que escuchéis con atención, y ojalá os guste tanto como a nosotros.

Shunmei y Minho intercambiaron una mirada cómplice, a la vez que se acercaban los micros a los labios, listos para dar comienzo al tema más difícil de todos, el que no tenían acompañamiento y solamente se valían de sus voces.

-Drop the sticks, bring in the lips.

Ésas eran las palabras mágicas de Shunmei que daban paso a Minho y su micrófono. Experto en beatbox, y mucho mejor que Shunmei en ese aspecto, Minho marcaba el ritmo a base de sonidos claros, precisos y constantes. No le envidiaba nada a cualquier sintetizador o instrumento. Desde hacía años que practicaba y practicaba, y había llegado a un punto de naturalidad que era un verdadero gozo escucharle.

Los espectadores más veteranos contemplaban con admiración a la pareja desarrollar la canción con la misma diligencia y exactitud de siempre, pero cada vez más mejorada actuación tras actuación. Además, la voz de Shunmei, más suave que la de Minho, quedaba especialmente bien, y resultaba en un buen contraste con la de Minho, más grave y rasgada. Era un tema muy bien pensado y ejecutado, y por ello apreciado entre el público.

Junsu, que por su parte había estado prestando atención a las letras en todo momento, reparó en que ése era el único tema en el que se centraba en una chica. Lo que ellos manifestaban eran consejos hacia esa supuesta chica, la halagaban pero también le advertían de no rebajarse a nadie que ella no mereciera. Mientras pensaba en ello, cayó en la cuenta de la buena idea que había sido incluir a Oksun. Sin duda, iba a dejar el tema por las nubes.

Cuando parecía que el tema llegaba a su fin, los focos se apagaron de golpe con el verso de Shunmei, y la sala quedó sumida en oscuridad por unos segundos. Antes de que el público tuviera tiempo de reaccionar, el ruido de unos tacones sobre la madera del escenario fue la pista de que el show aún no había terminado. Junto con los tacones, se oyó la voz melodiosa de Oksun, continuando donde lo había dejado su amigo. La luz volvió a iluminar la sala, centrándose en la cantante, siguiendo su silueta hasta posicionarse en medio de sus dos compañeros de escenario. Oksun seguía deliberando sus líneas con un cálido y acompasado ritmo, manteniendo sus ojos cerrados, al contrario que todas esas personas que la observaban mediante una mezcla de asombro y admiración.

Oksun dio punto y final a la canción con suma delicadeza y sin desentonar en ningún momento. Como ya le había dicho Shun, ella cantaba bien, y cuando sus labios se cerraron, se sintió muy orgullosa de sí misma, un sentimiento que llevaba algo de tiempo apagado en su vida y que esa noche pudo sacar a relucir.

Tras el aplauso más escandaloso hasta el momento, Shunmei, Minho y Oksun hicieron una reverencia en agradecimiento, y los chicos se sumaron al aplauso del público, con la vista fija en Oksun. Ésta, con la vergüenza de nuevo subida en sus mejillas, se tapó la cara con las manos, no sin antes propinarle un par manotazos a sus compañeros para que pararan.

-Creo que aquí la amiga está demasiado nerviosa como para presentarse… -Shunmei la miró de reojo y, en efecto, así era.- Es la primera vez que Oksun pisa un escenario, pero realmente esperamos que no sea la última.

Minho asintió en acuerdo a esas palabras.

-Gracias por acompañarnos esta noche –continuó-, Oksun, y todos vosotros. Nos hace muy felices ver caras conocidas y caras nuevas con cada actuación. Ambas son muy importantes para nosotros. Y bueno, podríamos decir que aquí terminamos hoy, pero no. Minho y yo tenemos una última cosa preparada que creemos que sorprenderá a esas caras conocidas.

Algunas de esas caras conocidas eran de los raperos con que Shunmei y Minho compartían salas y charlas. Ese último comentario parecía haberles descolocado, a juzgar por sus expresiones. Junsu también era uno de ellos, no tenía ni idea de qué más iban a sacar.

Oksun aprovechó para abandonar el escenario y reunirse rápidamente con Junsu para disfrutar de esa última actuación. Junsu, al verla de nuevo a su lado, no tardó ni un segundo en decirle lo bien que lo había hecho.

-Sí, sí, gracias, pero deja eso para luego, que lo que viene ahora es lo mejor –adelantó, mientras fijaba sus grandes ojos brillantes en el escenario.

Shunmei y Minho habían sacado los micrófonos y trípodes fuera, lo que significaba que, ¿no iban a rapear, cantar, o hablar?

La respuesta llegó enseguida, junto con música fuerte. Shunmei y Minho se cogieron de la mano y chocaron sus pectorales a modo de saludo inicial, y con ese signo sus cuerpos empezaron a moverse al son de la agresiva canción de hip-hop americano.

Algunos -y más concretamente algunas- entre el público gritaron de emoción ante el inesperado baile. Parecía que habían tenido éxito con la sorpresa.

-Joder, ¿también saben bailar? –espetó Junsu, posiblemente el más sorprendido en la sala.

-¡Pues claro! –respondió Oksun, con una sonrisa de oreja a oreja.

Entre movimientos de brazos y piernas, ponerse uno delante del otro, moverse hacia izquierda y derecha, Shunmei y Minho se dejaron caer al suelo, para levantarse hacia atrás con tan sólo un impulso de brazos. Ese movimiento se había hecho muy popular últimamente, y era conocido como ‘el paso del escorpión’.

-¡Síii! ¡Qué bien les ha salido! –exclamó Oksun.

Con unos últimos pasos que siguieron al sonido de un cañonazo, la música cesó y la sala se llenó del aplauso de despedida a los dos raperos. Éstos dieron las gracias una vez más y prometieron volver pronto como siempre, pero con más y mejor.

 

 

El brindis de los cuatro jóvenes resumía la felicidad que les envolvía en esa calurosa noche de verano. Los chicos bebían soju, lo que dejaba a Oksun como la única que había elegido algo más suave, makgeolli.[ii] En la mesa se apilaban varias botellas del alcohol que ella tanto detestaba, al contrario que sus amigos, y el 90% de la población de su país.

Minho hizo señas al camarero para que trajera otra botella más, aun a regañadientes de su Shunmei, que parecía haberse dado cuenta de que ya se le había subido la bebida notablemente.

-¿Pero habrá que celebrar, no? –se excusó él.

-¿Y tres botellas no te parecen suficientes? –interfirió Oksun, que también había notado la cara roja de su no-tan-amigo.

-Eh, que no soy el único que bebe, aquí los dos colegas también llevan lo suyo –añadió, señalando tanto a Shun como a Junsu, quienes se miraron rápidamente y sacudieron la cabeza.

-Es que sólo faltaría que te las hubieras bebido tú enteras… luego tengo que cargar contigo todo el camino, ten un poco de compasión –comentó Shun, quien tenía experiencia de sobra con la embriaguez de Minho.

-A ti, Junsu, te veo perfecto, sí que lo llevas bien, ¿no? –señaló Oksun tras una ligera observación al otro chico, sin signos de llevar su tira de vasos ingeridos como los otros dos.

-Controlo muy bien el tema alcohol. Necesito mucho para que de verdad se me note –explicó entre risas.

-Ya… te pasa un poco como a Shun, que también parece que no tiene filtro. Estómago de acero.

Shunmei alzó su vaso a modo de respuesta y se terminó de un trago el resto de líquido.

Sed y ganas de alcohol no era lo único que el joven cuarteto había demostrado, sino también habían devorado las jeon que habían pedido junto con la bebida. Hacía rato que había pasado la medianoche, y el bar subterráneo no se quedaba en silencio ni un segundo. Eran varios los grupos de amigos que ocupaban mesas, bebiendo, charlando, y celebrando posiblemente el fin de clases y comienzo de vacaciones de verano.

Gracias a la insistencia y precaución de Oksun, no pidieron ninguna botella más. Les informó, especialmente a Minho que con todo el soju encima parecía habérsele olvidado, que habría más actuaciones y más ocasiones de celebración. “¡Reserva un poco para la próxima!” había sido su última advertencia. Minho, estuviera sobrio, o ebrio como era el caso, aceptaría las palabras de la chica sin rechistar más.

Sobre la una y cuarto decidieron que ya era hora de ir marchando, y tras pagar y despedirse del dueño que ya conocían, volvieron a las calles asfaltadas de Hongdae, que a esas horas un viernes estaban repletas de jóvenes.

-Acerquémonos hasta la zona del metro, que por ahí ya habrá taxis para volver –propuso Oksun, mientras abandonaban la zona peatonal.

-Yo os dejaré ahí, que ya sabéis que vivo cerca y subiré a pie –dijo Junsu.

Oksun asintió, pero a los dos segundos se corrigió.

-¡Espera! ¡Te acompañamos! –anunció, con un vistazo rápido a sus dos amigos, que significaba que sí o sí iban a obedecer-. Podemos coger luego un taxi por allí.

-Claro, como queráis.

-Queremos, queremos –murmuró en tono burlesco Minho, que tan sólo entendió Shunmei, a juzgar por su codazo a escondidas.

 

Llevaban unos diez minutos caminando por calles ya menos transitadas y de carácter residencial. En una de ellas, el grito ahogado de Oksun les hizo sobresaltarse. La razón de tal reacción era un perro de tamaño mediano y color arena, que movía la cola alegremente y con la lengua fuera. Oksun se acercó a tocarlo, aunque éste no le hacía mucho caso.

-¡Qué monooo! –adulaba ella mientras le acariciaba la cabeza.

Minho se aproximó también, y al tenerlo cerca, el perro comenzó a olerle y a rozarle muy animado.

-¡Mira! A mí sí que me hace caso.

-Será el alcohol que lo huele… será como tú –reprendió ella, un poco ofendida al comprobar que el perro prefería a Minho.

-Ja ja, va, no te enfades, seguro que es porque huele a mi perrita en la ropa.

A pocos metros se habían quedado Junsu y Shunmei, que al contrario que los otros dos, les daba un poco igual la aparición de un canino.

-¿A ti tampoco te gustan los perros? –preguntó Junsu.

-Sí me gustan, pero no tanto como a Oksun. Si tuviera una mascota, preferiría un gato. Es más cómodo para alguien que vive solo.

-¿Y por qué no tienes uno?

-No sé… -Shunmei no tenía clara la respuesta, tampoco.- Supongo que ya estoy bien así. No me apasiona la idea de tener que cuidar de un animal, aunque me gusten.

-Ya, te entiendo.

-Se vive muy bien sin tener que depender de nadie, ni que dependan de ti. Estoy acostumbrado a eso –admitió. Si no fuera por el alcohol que aún le fluía por el cerebro, no habría hecho un comentario así de personal sin pestañear.

-¿Y no te sientes so--…? –fue la casi pregunta de Junsu que quedó en el aire, cortada por el grito del dueño del perro, que se acercaba corriendo azorado hacia Minho y Oksun. Escucharon cómo les daba las gracias por estar con él. Parecía que el animal le gustaba mucho echar a correr a menudo.

 

El grupo de los cuatro chicos reanudaron la marcha por las calles cada vez más estrechas, hasta llegar al barrio de Junsu. Durante el camino, Minho y Oksun iban unos pasos detrás de Junsu y Shunmei, lo cual extrañó muchísimo a éste último. Le costaba creer que esos dos pudieran aguantar tanto rato hablando sin discutir. Haberse encontrado con un perro les había amansado el carácter, dedujo.

Su conversación con Junsu, en cambio, resultó algo más incómoda, con la mayoría del rato intercalando monosílabos y silencios. De pronto, Junsu cayó en la cuenta de algo que se le había pasado por alto.

-¡Hostia, soy un inútil!

-¿Por? ¿Qué pasa?

-No he pensado en traer la cámara para grabaros a todos… ¡Vaya estudiante de cine! –añadió, sacudiendo la cabeza.

-No pasa nada, en el local siempre las graban y nos dan una copia. Aunque en general no me gusta verme… pero va bien para ver los errores y mejorar.

-Para la próxima me acordaré –prometió Junsu, y estiró el brazo con el puño cerrado. Shunmei interpretó eso como algo parecido al signo que compartía con Minho, así que lo chocó contra el suyo de manera rápida antes de que se sintiera estúpido.

Atravesaron un par de calles más, cuando Junsu les avisó de que ya se encontraba a un edificio de su casa, y que no hacía falta que le acompañaran más.

-Giro por ahí detrás y ya está. Mejor que os deis la vuelta y bajéis un poco, porque por aquí no encontraréis taxi.

-Vale, pues ya nos veremos, ¿no? Y gracias por venir esta noche a vernos –agradeció Oksun con una sonrisa.

-A vosotros por invitarme.

Shunmei y Minho también se despidieron con gestos de cabeza y manos. Junsu continuó por la calle hasta que desapareció por la esquina del edificio, y los otros tres volvieron hacia la calle principal con tráfico.

-¿De qué hablabais, Shun? –preguntó sin dilación alguna Oksun, con su tono pícaro cada vez que quería enterarse de algo sin parecer demasiado interesada.

-Cuenta, tío, ¿es de tu acera o no? –añadió Minho, agarrándole del cuello con el brazo.

-Eh, joder, no empecéis –se defendió él-. Yo que sé de dónde es, me da igual. No hemos hablado de nada en particular. Y tú, quita, que aún apestas –le dijo a Minho intentado zafarse de su brazo.

-¿Entonces os hemos dejado solos para nada?

-Ah, ¿que lo habéis hecho a propósito?

-Tú que crees. Oksun es el cerebro de la operación, ella manda.

Shunmei resopló, presa del cansancio y descubrir que, cómo no, Oksun seguía en sus trece de intentar darle tiempo a solas con Junsu. Decidió no dar pie a más conversación sobre el tema, y subieron al primer taxi que encontraron. Sabía que Oksun le iba a volver a preguntar una vez estuvieran en el piso, así que rezó por caer en las redes del sueño pronto.

 

 

Al final Oksun se quedó prácticamente todo el fin de semana en casa de Shunmei, aprovechando que su amigo tampoco trabajaba el sábado, optaron por ir al cine por la tarde y así pasar más tiempo juntos. Pensaron en avisar tanto a Minho como a Junsu, pero ambos decidieron que se merecían también un descanso de terceras personas, y es que tras tantos años teniéndose el uno al otro para todo, a veces no necesitaban a nadie más en compañía.

Después de ese par de días con un sol criminal y calor abochornante, el lunes amaneció de nuevo con lluvia, pero sin cambios de temperatura. Shunmei seguía su rutina semanal de levantarse temprano para ir al High Skool y practicar con Minho y otros de sus compañeros de local. A la salida antes de ir a comer, Minho le recordó algo que tenían planeado desde la semana pasada.

-¿Lo de Oksun sigue en pie, no?

-Sí, claro. ¿Ya le has comprado algo?

-La verdad es que no… ¿qué le compro, tío? Llevo días pensando y nada me gusta lo suficiente.

-Te dije que no te rayaras mucho por eso, sabes que le gusta todo. Ropa, maquillaje, un libro, incluso material de pintura o algo así.

Minho se quedó barajando esas posibilidades una vez más. No se veía comprando ropa para una chica, y le daba vergüenza entrar en tiendas de maquillaje y pedir consejo a las dependientas.

-También he pensado que… podría escribirle algo…

-¿Una carta de amor? ¿En serio? –exclamó Shunmei, sin dar crédito a que su amigo fuera a arriesgarse tanto.

-¡No, idiota! Una canción.

-A efectos prácticos es lo mismo…

-Tienes razón –admitió Minho, tras un suspiro de resignación-. Además, seguro que no le haría mucha gracia.

-Bueno, no sé, pero creo que es… pronto para eso. ¿O tan seguro estás?

-No, qué va… pero, no sé, no sé por dónde tirar ya. Me hacía ilusión regalarle algo más personal.

-Conociéndola, creo que la harías sentir incómoda. Guárdatela para más adelante.

-Si guardada la tengo…

Minho le guiñó el ojo, y a los pocos segundos Shunmei captó el mensaje, lo que le bastó para soltarle un «imbécil», seguido por una colleja.

 

 

La tarde en la cafetería pasó tranquila y relajada como de costumbre. Shunmei daba gracias que ésa en particular no estuviera en un sitio demasiado céntrico, y pudiera trabajar con calma y sin estrés. No envidiaba nada a un par de compañeros que habían sido trasladados al área de Myeongdong[iii] y metro. Él, siendo el único –sin contar supervisores y jefes- que llevaba trabajando más de un año en la empresa, gozaba del privilegio de poder mantenerse en el mismo establecimiento.

Eran poco más de las seis, y Shunmei estaba reponiendo botellas de leche y nata. Como solamente había tres personas en las mesas, y cada una de ellas estaba sumida en sus tareas particulares, no había mucho ruido y se oía perfectamente cuando alguien entraba. Shunmei se giró para dar la cara al cliente, y se topó con la figura de Junsu. Su sorpresa fue la misma que la del barista.

-Ostras, Shun. Me acuerdo que dijiste que trabajabas en un Ediya en Jongno, pero no esperaba que fuera el primero que pisara –confesó escondiendo una sonrisa.

-Pues me has encontrado, aquí estoy –respondió él, acercándose al mostrador. Se fijó en la bandolera que llevaba cruzada al hombro-. ¿Estudias por aquí o algo?

-Ah, no. Vengo de dar clases particulares a la hija de unos amigos de la familia. Un currito de verano, podrías llamarle.

-Mola. A ver si le das ideas a Oksun de que haga lo mismo, que luego se queja de que no tiene dinero –Junsu rio-. Pero bueno, ¿qué vas a tomar?

-Ponme un flatccino de café. He visto el cartel fuera y todos tienen muy buena pinta.

Shunmei se puso a preparar la bebida, y Junsu le observó con atención paso a paso.

-La verdad es gracioso verte trabajar en un sitio así. No lo digo de manera negativa –se apresuró a añadir-, sólo que es muy diferente al tema hip-hop.

-Lo sé, Oksun también me dijo algo así en su día. Y Minho. No me pega mucho, pero está bien. También ayuda hacer cosas diferentes y cambiar de aires, ¿sabes?

Junsu asintió, y recibió su bebida helada. Le entregó un billete de cinco mil wons a Shunmei, pero éste le apartó la mano.

-Olvídate, te invito.

-¿Qué dices?

-Te invito. Una manera de darte las gracias por venir el viernes.

-No tienes que agradecérmelo.

-Que sí, déjalo. Podemos invitar de vez en cuando, no te preocupes que no me van a echar –aseguró para borrar las dudas que seguramente le estaban rondando por la cabeza a Junsu.

-Bueno, pues gracias, de verdad. Ahora tendré que visitarte a menudo si me va a salir gratis… -dejó caer en tono bromista.

-De vez en cuando –repitió Shunmei, siguiéndole el hilo-. No te acostumbres.

Junsu le dedicó una sonrisa y asintió con la cabeza para despedirse. Justo cuando se dio la vuelta y se dirigía hacia la salida, Shunmei le llamó.

-Junsu, espera. Me olvidaba de comentarte una cosa.

-¿El qué? –preguntó él, acercándose de nuevo al mostrador.

-¿Sabes que el cumple de Oksun es el miércoles?

-Hala, pues no... Gracias por decírmelo.

-Es que le voy a preparar una fiesta sorpresa en casa. Por si querías apuntarte. Minho también vendrá.

-¿En serio? Claro, me encantaría.

-Guay. Será el sábado por eso, es el único día que tengo libre esta semana.

-Perfecto.

-Saca el móvil y te doy mi número… añádeme a Kakao y te comento por ahí, ¿vale?

-Claro –respondió Junsu, sacando su smartphone del bolsillo rápidamente y tendiéndoselo a Shunmei para que tecleara su número.

-Pues ya te concretaré la hora y eso, y cómo llegar.

-Muy bien. Gracias, Shun –el chico se despidió con el móvil en la mano y salió de la cafetería, dejando a Shunmei cavilando sobre si había hecho bien invitándole de repente. Tal vez la insistencia de Oksun había comenzado a hacerle mella en el cerebro. Tal vez, quizás, su amiga no fuera tan mal encaminada.

 

 

 



[i] Soju es la bebida alcohólica número uno de Corea. De sabor es muy parecido al vodka.

[ii] El makgeolli es otra bebida alcohólica coreana, hecha a partir de trigo y arroz, de sabor dulzón.

[iii] Myeongdong es un barrio lleno de tiendas, especialmente de cosmética, pero también de ropa. Es muy visitado por turistas para hacer compras, especialmente japonesas.

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