Capítulo 03: Café
La
mañana del viernes pasó bastante ajetreada con los últimos ensayos en el High
Skool. Repitieron y repitieron todo el tracklist
hasta apurar los últimos minutos. También repasaron la coreografía muchas
veces, a petición de Oksun, que era la primera vez que los veía bailar tan
compenetrados, y le encantaba el resultado. Además, para ellos, era perfecto
tenerla de espectadora antes que el mismo público. Oksun era clara y concisa
con sus observaciones. Más suave, más rápido, levanta más el hombro derecho, no
giras bien el pie. Todos sus apuntes les sirvieron de ayuda hasta que el cuerpo
dijo basta.
Regresaron
al mismo establecimiento de la señora como el día anterior, y tras llenar los
estómagos, cogieron el metro y siguieron el mismo recorrido de siempre. Minho
se despidió de Shunmei y Oksun al realizar el transbordo, y la pareja continuó
hasta casa.
A
Oksun no le apetecía pasarse el día con tanta ida y vuelta de metro, así que había
decidido quedarse en el piso de Shun toda la tarde hasta que tuvieran que
marchar de nuevo hacia Hongdae. Iba preparada con una mochila con la ropa que
se iba a poner esa noche, de recambio, y por supuesto el pijama. Era un ritual
quedarse a dormir cuando había actuación: la fiesta se prolongaba hasta bien
entrada la madrugada, y el retorno a casa después de juerga era una tortura.
Shunmei ya estaba acostumbrado; no mintió cuando dijo que el piso era prácticamente
de ella también: en el lavabo había un cepillo suyo, un par de camisetas y shorts en el armario, e incluso chanclas
y zapatillas de estar por casa. Eran tantas las veces que había pasado la noche
en el piso, que poco a poco sus cosas fueron formando parte del lugar.
-¿Qué
te vas a poner, Shun? –preguntó, removiendo perchas y comprobando atuendos.
Para su poca sorpresa, su amigo no había renovado mucho armario y la mayoría de
prendas seguían siendo negras, grises, algo de blanco, y tejanos.
-¿Qué
estás buscando ya? A ver, que no es una pasarela, que voy a rapear como siempre
y ya está –Shunmei se aproximó a comprobar que Oksun no le estuviera
desordenando el armario y sacando lo que ella quisiera.
-No,
no, no, tienes que ponerte guapo y sexy, que esta noche no es como las demás.
Shunmei,
pillando al vuelo a qué (o más bien quién)
se refería, soltó un bufido de hastío, y escogió unos pantalones tejanos
oscuros y una de sus camisetas preferidas, la que tenía escrito en blanco y
negro “One Of A Kind”. De zapatillas, seguramente llevara las Vans negras.
-Me
voy a poner esto, digas lo que digas.
-Joder,
¡mira que eres aburrido! Haz lo que quieras. Ya ligaré yo por ti.
-¿Con
Minho? –Era su momento para vengarse.
Oksun,
que ya cruzaba el umbral de la puerta, se giró bruscamente, lanzándole otra de
sus miradas plagadas de reproche.
-Creo
que necesitaré mucho soju[i]
encima para que se me pase por la cabeza intentar eso. Rezo por mi integridad.
-No
sé, hoy os he visto mucho mejor. Al final le vas a coger cariño…
-Sí,
en unos cuantos años tal vez –oyó que le contestaba desde el salón. Igual no se
había dado cuenta, pero incluso sus respuestas ya no eran tan ariscas como
antes.
Después
de una tarde entregada a jugar juntos a la videoconsola y darle un último repaso
a las canciones, la pareja de amigos se arreglaron y partieron de nuevo hacia
Hongdae. Su actuación comenzaba a las diez, y duraría aproximadamente una media
hora. Llegaron alrededor de una hora antes, para hablar con los organizadores y
comprobar que todo estaba correcto. Minho se les unió a eso de las nueve y
cuarto, disculpándose por el retraso. Saludaron a varios compañeros del gremio
y conocidos, y otros habituales del local. Oksun sólo conocía a esa gente de
vista, y le daba vergüenza acercarse a hablar. Acompañó a los dos chicos, a
poca distancia, observando el ambiente que le resultaba totalmente diferente
por primera vez.
Minho
se percató del semblante tenso de Oksun, y retrocedió lentamente mientras
Shunmei le daba pequeñas instrucciones al encargado de iluminación sobre el
escenario.
-Te
veo nerviosa. Estate tranquila.
Ella
agradeció el comentario, pero no pudo evitar fruncir los labios en su usual conducta
con el chico.
-Cómo
no voy a estarlo.
-Ya
sé que es inútil decirte que no lo estés, todos hemos pasado por lo mismo. Pero
de verdad, no lo pienses mucho. Va a ser muy rápido; es mejor que sólo pienses
en disfrutar y transmitirle al público lo que quieres que sientan.
A
Oksun le sorprendió oír algo que no fuera una estupidez por la boca de Minho.
Por primera vez que ella recordara, le miró con cierto aprecio, y no con
contenido desdén.
-A
veces dices cosas con sentido. Qué raro.
Minho
soltó un bufido renegado, aunque la sinceridad de la chica le divertía de igual
manera.
-Todo
lo que digo tiene sentido, sólo hay que encontrárselo –Los ojos de Oksun le
observaban llenos de escepticismo, y amenazaban con derrumbar la seguridad en
su explicación-. No me mires así, joder.
-En
realidad no tienes sentido alguno –le respondió, intentando reprimir la sonrisa
que empezaba a aflorar en sus labios. Minho no supo qué replicar a eso, pero se
quedó con la risueña imagen de Oksun grabada en la memoria.
En
ese momento, Shunmei se aproximó a ellos en lo que parecía la señal de que
pronto llegaría la hora de subir al escenario.
-¿De
qué habláis, parejita? Quince minutos y a colocarse.
-Eso
vosotros, yo tengo un rato como espectadora –aclaró, cruzándose de brazos.
-Sí,
pero no te despistes, ¿eh? Cuando estemos en el tercer tema tienes que ir y
esperar tras la cortina.
-Que
sí… -rezongó ella, como si no supiera cómo funcionaba aquello.
Shunmei
alzó la vista sobre sus amigos, ya que alguien había recabado su atención. Era
el cuarto en discordia, el que parecía que poco a poco, debido a la insistencia
de Oksun, comenzaba a formar parte de su pequeño grupo a marchas forzadas.
-Por
ahí llega Junsu –anunció con desinterés.
Oksun
fue la primera en girarse y divisar a su compi
entre la multitud que ya llevaba un rato albergándose en la sala. Junsu levantó
el brazo a modo de saludo y se abrió paso entre los grupos de jóvenes que
charlaban y se saludaban.
-Hola,
perdonad que llegue tan tarde… me ha costado un poco dar con el sitio –se
disculpó tras devolver el fugaz abrazo con que le había recibido Oksun.
-Tranquilo,
¡llegas de sobra! Vas muy guapo, Junsu.
Y
era verdad, pese a la ironía del asunto. Con tan sólo una camiseta negra un
tanto ajustada de manga corta y unos tejanos del mismo color, el chico lograba
resaltar su atractivo sin esfuerzo aparente, como era habitual. Shunmei sin
duda se había fijado en su cambio de vestuario, y se preguntó si lo habría
hecho por cuajar mejor en ese lugar.
-¿Y
tú lo dices? Mírate –Junsu hizo un ademán con la mano para recalcar sus
palabras. Oksun había elegido una camisa en tono hueso, y una falda negra de
cintura alta con un poco de vuelo. Estaba realmente guapa y elegante.
Minho
se estaba mordiendo la lengua ante la facilidad del chico en halagarla, cuando
él había querido decirle lo mismo desde que la vio esa noche. Pero no quería
ser el típico que suelta cumplidos sólo por quedar bien, aunque el cumplido en
sí fuera completamente cierto.
-Bueno,
Minho y yo vamos tirando al escenario. Tú –añadió dirigiéndose a Oksun-, nada
de nervios.
-Sí,
profesor.
-Mucha
suerte. Tengo muchas ganas de veros ahí –dijo Junsu con total sinceridad y una
sonrisa de ánimo.
-Gracias
–respondió Shunmei, y con un una palmada en el hombro a Minho, éste le siguió
por la pista hasta ocultarse tras el bastidor y la sala de controles.
-Ven,
vamos a ponernos por ahí delante más cerca, y así luego puedo salir sin
problemas –sugirió Oksun. Se colocaron en la pared derecha, cerca de donde
Shunmei y Minho habían entrado para pasar al escenario.
La
sala que les tocaba esa noche era más bien pequeña, con un aforo no mayor de
cincuenta personas. En la entrada había un recatado mostrador de bar, donde
servían bebidas para apaciguar la espera y avivar la expectación. El público lo
formaban jóvenes de su misma edad, veinteañeros de la escena hip-hop underground que también hacían sus
pinitos en locales del sector. La mayoría era masculina, pero Oksun se sintió
orgullosa de ver cómo cada vez más las chicas también ocupaban lugar.
Las
luces se habían ido atenuando conforme pasaban los minutos. A escasos instantes
de comenzar, sólo un par de focos iluminaban el escenario, y suaves luces de
colores verde, rojo, amarillo y azul bailaban entre la zona del público.
-Deben
de estar a punto de salir –intuyó Oksun, con la vista fija en el escenario
ansiosa de que que sus dos amigos aparecieran de una vez.
-Cómo
se ha llenado esto en el poco tiempo que llevamos aquí –fue lo que observó
Junsu tras deambular la mirada por toda la pista y la zona posterior. La gente
ya se había colocado de manera uniforme como si fuera un concierto, a la espera
de que comenzara la actuación, intercambiando unas últimas palabras hasta que
las luces de colores se apagaron y solamente el escenario quedó iluminado.
-¡Por
fin…! –exclamó Oksun entre dientes, presa de la emoción. Era evidente que lo
iba a dar todo por sus amigos –y compañeros de escenario, en breve-, pero
además estaba muy contenta de poder compartir los ánimos con Junsu. Siempre
había estado sola animando entre el público.
El backtrack comenzó a sonar por los
altavoces, a la vez que Shunmei y Minho hacían aparición por el lateral.
Shunmei más sereno, y Minho con los brazos en alto, se colocaron en medio del
escenario, cada uno con su respectivo micro en mano.
Lanzaron
un grito como saludo al público, el cual les ovacionó con vítores y silbidos.
Oksun también se unió a las voces de recepción, mientras que Junsu mantenía su posición
relajada pero con una amplia sonrisa de curiosidad y expectación en la cara.
El
primer tema era corto pero claro y directo. Su carta de presentación: quiénes
eran ellos dos, por qué estaban ahí, y para quién. Minho era el que iniciaba el
rap, con Shunmei coreando algunas de sus últimas sílabas, antes de que llegara
su turno. Para entonces, el público ya se había involucrado por completo;
algunos con brazos en alto, y el resto siguiendo el beat asintiendo con sus cabezas.
Junsu,
“primerizo” en este tipo de actuaciones, estaba asombrado ante las nuevas facetas
de esos dos: de lo bien que se les daba estar ahí subidos, de lo claras que
tenían las ideas y con la pasión que las expresaban. Aunque él no era un total
desconocido sobre el mundillo hip-hop, reconocía que no era de sus estilos
favoritos; pero como con tantas otras cosas, el directo te hacía sentirlo de
manera especial.
-¿Te
gusta? –le preguntó Oksun, devolviéndole a la realidad al momento que bajaba la
vista del escenario.
-¿Perdón?
–En realidad la había oído perfectamente, pero no estaba seguro de a qué se
refería en concreto.
-¿Te
gusta cómo lo hacen?
-Sí,
lo hacen genial. Me gusta.
Oksun
sonrió complacida y volvió a mirar hacia sus amigos, que justo habían terminado
su primer tema. Ahora tocaba el solo de Minho, y así se confirmó cuando Shunmei
salió por la banda del escenario tras una rápida reverencia al público.
-¿Dónde
va Shun?
-Minho
tiene una nueva canción propia –informó ella, a la vez que se deleitaba ante la
idea de que Junsu siguiera refiriéndose a su amigo como Shun-. No te preocupes, que tras ésta vuelve.
Había
quedado demostrado que como dúo trabajaban fantásticamente, pero aunque Shunmei
desapareciera por unos minutos, Minho supo rellenar ese hueco con toda su
presencia y carisma. “Ése soy yo” era un tema que muchos catalogarían como
arrogante, descarado. Revelaba esa parte de Minho que Oksun tenía atragantada, a
pesar de la insistencia de Shunmei de hacerle pensar lo contrario. Sin embargo,
mientras observaba cómo el susodicho se hacía dueño del escenario, y a través
de un par de miradas fugaces, la chica comprendió que tal vez no había sabido
separar a ese Minho del Minho real.
Al fin y al cabo, era una actuación, una de sus caras, pero no la más
importante.
Tras
los aplausos de los espectadores al finalizar el tema, Shunmei entró de nuevo y
se colocó al lado de Minho. Ambos hicieron una reverencia y saludaron al
público.
-Gracias
a todos por venir –habló Shunmei tras una breve presentación-. Esta noche es quizás
la más especial para nosotros hasta el momento por diversas razones… Como
habéis visto, aquí el compañero Minho –dijo posando la mano sobre su hombro- ha
estrenado su nuevo tema.
La
gran mayoría de la gente respondió con vítores y aplausos, lo que provocó que
Minho bajara la cabeza en agradecimiento.
-No
os emocionéis tanto que luego se pone muy pesado y se viene arriba –continuó
Shunmei, mientras el público estallaba en carcajadas-. Aparte de eso, tenemos
un par de sorpresas más que realmente esperamos que os gusten. Hemos trabajado
duro para preparar la actuación de hoy, y lo seguiremos haciendo para que todos
paséis un buen rato. Disfrutad de lo que queda y nos vemos pronto.
Los
aplausos volvieron a inundar la sala, mientras que las luces de colores entre
el público se apagaban de nuevo para dedicar todo el protagonismo a la pareja
de raperos.
-Ésta
es la tercera, me tengo que ir –avisó Oksun entre susurros.
-Va,
¡mucha suerte! No te pongas nerviosa.
-Eso
intento. Gracias –suspiró antes de escabullirse entre el resto de personas en
la zona de la pared y dirigirse a la puerta que daba entrada al escenario.
El
tercer tema irrumpió en la sala a través de una música más animada y completa
que las anteriores. Algunos chicos entre el público lanzaron gritos de júbilo,
por lo que Junsu intuyó que sería uno de los temas favoritos que ya conocían. Minho
comenzó recitando unas frases cortas, y Shunmei le siguió con “To all the troubled MCs out there” en un
inglés perfecto como preludio a su estrofa.
La
letra hablaba de romper obstáculos gracias a la ilusión, el esfuerzo y el
sacrificio. Claramente hacía referencia a sus experiencias propias, pero eran
unas palabras de aliento con que cualquiera podría sentirse identificado. Así
se lo demostró el pegadizo estribillo que muchos ya coreaban, también en
inglés, que apuntaba al futuro: “One day,
soon, it will be my time to shine”. A Junsu le pareció una gran canción con
un mensaje muy positivo. Él, al igual que Shunmei, Minho y Oksun, pertenecía al
mundo de las artes, y de una forma u otra su misión era transmitir: a través de
palabras, sonido e imágenes. Sus tres nuevos amigos perseguían el mismo fin,
por eso, en ese momento, supo con certeza que aprendería mucho de ellos.
También
era el tema más largo de los tres, pero pasó rapidísimo. Oksun, que por su
parte ya estaba preparada tras la cortina que separaba del escenario, esperaba
con controlado nerviosismo que dieran paso a la última canción, y por ello, a
su aparición sobre el escenario.
El
público volvió a aplaudir cuando finalizaron, y Minho y Shunmei acercaron hasta
el centro los dos taburetes que quedaban atrás. Aprovecharon para dar un trago
a sus respectivas botellas de agua, mientras se sentaban y acomodaban en silencio
para dedicar unas palabras y explicar qué venía a continuación.
-Antes
os he comentado que teníamos sorpresas para esta noche –anunció Shunmei-. Pues
bien, ahora vamos con otra de esas sorpresas. Éste es otro de los temas que ya
conocéis, pero hemos añadido algo… así que os pedimos que escuchéis con
atención, y ojalá os guste tanto como a nosotros.
Shunmei
y Minho intercambiaron una mirada cómplice, a la vez que se acercaban los
micros a los labios, listos para dar comienzo al tema más difícil de todos, el
que no tenían acompañamiento y solamente se valían de sus voces.
-Drop
the sticks, bring in the lips.
Ésas
eran las palabras mágicas de Shunmei que daban paso a Minho y su micrófono.
Experto en beatbox, y mucho mejor que
Shunmei en ese aspecto, Minho marcaba el ritmo a base de sonidos claros,
precisos y constantes. No le envidiaba nada a cualquier sintetizador o
instrumento. Desde hacía años que practicaba y practicaba, y había llegado a un
punto de naturalidad que era un verdadero gozo escucharle.
Los
espectadores más veteranos contemplaban con admiración a la pareja desarrollar
la canción con la misma diligencia y exactitud de siempre, pero cada vez más
mejorada actuación tras actuación. Además, la voz de Shunmei, más suave que la
de Minho, quedaba especialmente bien, y resultaba en un buen contraste con la
de Minho, más grave y rasgada. Era un tema muy bien pensado y ejecutado, y por
ello apreciado entre el público.
Junsu,
que por su parte había estado prestando atención a las letras en todo momento,
reparó en que ése era el único tema en el que se centraba en una chica. Lo que
ellos manifestaban eran consejos hacia esa supuesta chica, la halagaban pero
también le advertían de no rebajarse a nadie que ella no mereciera. Mientras pensaba
en ello, cayó en la cuenta de la buena idea que había sido incluir a Oksun. Sin
duda, iba a dejar el tema por las nubes.
Cuando
parecía que el tema llegaba a su fin, los focos se apagaron de golpe con el
verso de Shunmei, y la sala quedó sumida en oscuridad por unos segundos. Antes
de que el público tuviera tiempo de reaccionar, el ruido de unos tacones sobre
la madera del escenario fue la pista de que el show aún no había terminado. Junto con los tacones, se oyó la voz
melodiosa de Oksun, continuando donde lo había dejado su amigo. La luz volvió a
iluminar la sala, centrándose en la cantante, siguiendo su silueta hasta posicionarse
en medio de sus dos compañeros de escenario. Oksun seguía deliberando sus
líneas con un cálido y acompasado ritmo, manteniendo sus ojos cerrados, al
contrario que todas esas personas que la observaban mediante una mezcla de
asombro y admiración.
Oksun
dio punto y final a la canción con suma delicadeza y sin desentonar en ningún
momento. Como ya le había dicho Shun, ella cantaba bien, y cuando sus labios se
cerraron, se sintió muy orgullosa de sí misma, un sentimiento que llevaba algo
de tiempo apagado en su vida y que esa noche pudo sacar a relucir.
Tras
el aplauso más escandaloso hasta el momento, Shunmei, Minho y Oksun hicieron
una reverencia en agradecimiento, y los chicos se sumaron al aplauso del
público, con la vista fija en Oksun. Ésta, con la vergüenza de nuevo subida en
sus mejillas, se tapó la cara con las manos, no sin antes propinarle un par
manotazos a sus compañeros para que pararan.
-Creo
que aquí la amiga está demasiado nerviosa como para presentarse… -Shunmei la
miró de reojo y, en efecto, así era.- Es la primera vez que Oksun pisa un
escenario, pero realmente esperamos que no sea la última.
Minho
asintió en acuerdo a esas palabras.
-Gracias
por acompañarnos esta noche –continuó-, Oksun, y todos vosotros. Nos hace muy
felices ver caras conocidas y caras nuevas con cada actuación. Ambas son muy
importantes para nosotros. Y bueno, podríamos decir que aquí terminamos hoy,
pero no. Minho y yo tenemos una última cosa preparada que creemos que
sorprenderá a esas caras conocidas.
Algunas
de esas caras conocidas eran de los raperos con que Shunmei y Minho compartían
salas y charlas. Ese último comentario parecía haberles descolocado, a juzgar
por sus expresiones. Junsu también era uno de ellos, no tenía ni idea de qué
más iban a sacar.
Oksun
aprovechó para abandonar el escenario y reunirse rápidamente con Junsu para
disfrutar de esa última actuación. Junsu, al verla de nuevo a su lado, no tardó
ni un segundo en decirle lo bien que lo había hecho.
-Sí,
sí, gracias, pero deja eso para luego, que lo que viene ahora es lo mejor
–adelantó, mientras fijaba sus grandes ojos brillantes en el escenario.
Shunmei
y Minho habían sacado los micrófonos y trípodes fuera, lo que significaba que,
¿no iban a rapear, cantar, o hablar?
La
respuesta llegó enseguida, junto con música fuerte. Shunmei y Minho se cogieron
de la mano y chocaron sus pectorales a modo de saludo inicial, y con ese signo
sus cuerpos empezaron a moverse al son de la agresiva canción de hip-hop
americano.
Algunos
-y más concretamente algunas- entre el público gritaron de emoción ante el
inesperado baile. Parecía que habían tenido éxito con la sorpresa.
-Joder,
¿también saben bailar? –espetó Junsu, posiblemente el más sorprendido en la
sala.
-¡Pues
claro! –respondió Oksun, con una sonrisa de oreja a oreja.
Entre
movimientos de brazos y piernas, ponerse uno delante del otro, moverse hacia
izquierda y derecha, Shunmei y Minho se dejaron caer al suelo, para levantarse
hacia atrás con tan sólo un impulso de brazos. Ese movimiento se había hecho
muy popular últimamente, y era conocido como ‘el paso del escorpión’.
-¡Síii!
¡Qué bien les ha salido! –exclamó Oksun.
Con
unos últimos pasos que siguieron al sonido de un cañonazo, la música cesó y la
sala se llenó del aplauso de despedida a los dos raperos. Éstos dieron las
gracias una vez más y prometieron volver pronto como siempre, pero con más y
mejor.
El
brindis de los cuatro jóvenes resumía la felicidad que les envolvía en esa
calurosa noche de verano. Los chicos bebían soju,
lo que dejaba a Oksun como la única que había elegido algo más suave, makgeolli.[ii]
En la mesa se apilaban varias botellas del alcohol que ella tanto detestaba, al
contrario que sus amigos, y el 90% de la población de su país.
Minho
hizo señas al camarero para que trajera otra botella más, aun a regañadientes
de su Shunmei, que parecía haberse dado cuenta de que ya se le había subido la
bebida notablemente.
-¿Pero
habrá que celebrar, no? –se excusó él.
-¿Y
tres botellas no te parecen suficientes? –interfirió Oksun, que también había
notado la cara roja de su no-tan-amigo.
-Eh,
que no soy el único que bebe, aquí los dos colegas también llevan lo suyo
–añadió, señalando tanto a Shun como a Junsu, quienes se miraron rápidamente y
sacudieron la cabeza.
-Es
que sólo faltaría que te las hubieras bebido tú enteras… luego tengo que cargar
contigo todo el camino, ten un poco de compasión –comentó Shun, quien tenía
experiencia de sobra con la embriaguez de Minho.
-A
ti, Junsu, te veo perfecto, sí que lo llevas bien, ¿no? –señaló Oksun tras una
ligera observación al otro chico, sin signos de llevar su tira de vasos
ingeridos como los otros dos.
-Controlo
muy bien el tema alcohol. Necesito mucho para que de verdad se me note –explicó
entre risas.
-Ya…
te pasa un poco como a Shun, que también parece que no tiene filtro. Estómago
de acero.
Shunmei
alzó su vaso a modo de respuesta y se terminó de un trago el resto de líquido.
Sed
y ganas de alcohol no era lo único que el joven cuarteto había demostrado, sino
también habían devorado las jeon que
habían pedido junto con la bebida. Hacía rato que había pasado la medianoche, y
el bar subterráneo no se quedaba en silencio ni un segundo. Eran varios los
grupos de amigos que ocupaban mesas, bebiendo, charlando, y celebrando
posiblemente el fin de clases y comienzo de vacaciones de verano.
Gracias
a la insistencia y precaución de Oksun, no pidieron ninguna botella más. Les
informó, especialmente a Minho que con todo el soju encima parecía habérsele olvidado, que habría más actuaciones
y más ocasiones de celebración. “¡Reserva un poco para la próxima!” había sido
su última advertencia. Minho, estuviera sobrio, o ebrio como era el caso, aceptaría
las palabras de la chica sin rechistar más.
Sobre
la una y cuarto decidieron que ya era hora de ir marchando, y tras pagar y
despedirse del dueño que ya conocían, volvieron a las calles asfaltadas de
Hongdae, que a esas horas un viernes estaban repletas de jóvenes.
-Acerquémonos
hasta la zona del metro, que por ahí ya habrá taxis para volver –propuso Oksun,
mientras abandonaban la zona peatonal.
-Yo
os dejaré ahí, que ya sabéis que vivo cerca y subiré a pie –dijo Junsu.
Oksun
asintió, pero a los dos segundos se corrigió.
-¡Espera!
¡Te acompañamos! –anunció, con un vistazo rápido a sus dos amigos, que
significaba que sí o sí iban a obedecer-. Podemos coger luego un taxi por allí.
-Claro,
como queráis.
-Queremos,
queremos –murmuró en tono burlesco Minho, que tan sólo entendió Shunmei, a
juzgar por su codazo a escondidas.
Llevaban
unos diez minutos caminando por calles ya menos transitadas y de carácter
residencial. En una de ellas, el grito ahogado de Oksun les hizo sobresaltarse.
La razón de tal reacción era un perro de tamaño mediano y color arena, que
movía la cola alegremente y con la lengua fuera. Oksun se acercó a tocarlo,
aunque éste no le hacía mucho caso.
-¡Qué
monooo! –adulaba ella mientras le acariciaba la cabeza.
Minho
se aproximó también, y al tenerlo cerca, el perro comenzó a olerle y a rozarle muy
animado.
-¡Mira!
A mí sí que me hace caso.
-Será
el alcohol que lo huele… será como tú –reprendió ella, un poco ofendida al
comprobar que el perro prefería a Minho.
-Ja
ja, va, no te enfades, seguro que es porque huele a mi perrita en la ropa.
A
pocos metros se habían quedado Junsu y Shunmei, que al contrario que los otros
dos, les daba un poco igual la aparición de un canino.
-¿A
ti tampoco te gustan los perros? –preguntó Junsu.
-Sí
me gustan, pero no tanto como a Oksun. Si tuviera una mascota, preferiría un
gato. Es más cómodo para alguien que vive solo.
-¿Y
por qué no tienes uno?
-No
sé… -Shunmei no tenía clara la respuesta, tampoco.- Supongo que ya estoy bien
así. No me apasiona la idea de tener que cuidar de un animal, aunque me gusten.
-Ya,
te entiendo.
-Se
vive muy bien sin tener que depender de nadie, ni que dependan de ti. Estoy
acostumbrado a eso –admitió. Si no fuera por el alcohol que aún le fluía por el
cerebro, no habría hecho un comentario así de personal sin pestañear.
-¿Y
no te sientes so--…? –fue la casi pregunta de Junsu que quedó en el aire,
cortada por el grito del dueño del perro, que se acercaba corriendo azorado
hacia Minho y Oksun. Escucharon cómo les daba las gracias por estar con él.
Parecía que el animal le gustaba mucho echar a correr a menudo.
El
grupo de los cuatro chicos reanudaron la marcha por las calles cada vez más
estrechas, hasta llegar al barrio de Junsu. Durante el camino, Minho y Oksun
iban unos pasos detrás de Junsu y Shunmei, lo cual extrañó muchísimo a éste
último. Le costaba creer que esos dos pudieran aguantar tanto rato hablando sin
discutir. Haberse encontrado con un perro les había amansado el carácter,
dedujo.
Su
conversación con Junsu, en cambio, resultó algo más incómoda, con la mayoría
del rato intercalando monosílabos y silencios. De pronto, Junsu cayó en la
cuenta de algo que se le había pasado por alto.
-¡Hostia,
soy un inútil!
-¿Por?
¿Qué pasa?
-No
he pensado en traer la cámara para grabaros a todos… ¡Vaya estudiante de cine!
–añadió, sacudiendo la cabeza.
-No
pasa nada, en el local siempre las graban y nos dan una copia. Aunque en
general no me gusta verme… pero va bien para ver los errores y mejorar.
-Para
la próxima me acordaré –prometió Junsu, y estiró el brazo con el puño cerrado.
Shunmei interpretó eso como algo parecido al signo que compartía con Minho, así
que lo chocó contra el suyo de manera rápida antes de que se sintiera estúpido.
Atravesaron
un par de calles más, cuando Junsu les avisó de que ya se encontraba a un
edificio de su casa, y que no hacía falta que le acompañaran más.
-Giro
por ahí detrás y ya está. Mejor que os deis la vuelta y bajéis un poco, porque
por aquí no encontraréis taxi.
-Vale,
pues ya nos veremos, ¿no? Y gracias por venir esta noche a vernos –agradeció
Oksun con una sonrisa.
-A
vosotros por invitarme.
Shunmei
y Minho también se despidieron con gestos de cabeza y manos. Junsu continuó por
la calle hasta que desapareció por la esquina del edificio, y los otros tres
volvieron hacia la calle principal con tráfico.
-¿De
qué hablabais, Shun? –preguntó sin dilación alguna Oksun, con su tono pícaro
cada vez que quería enterarse de algo sin parecer demasiado interesada.
-Cuenta,
tío, ¿es de tu acera o no? –añadió Minho, agarrándole del cuello con el brazo.
-Eh,
joder, no empecéis –se defendió él-. Yo que sé de dónde es, me da igual. No
hemos hablado de nada en particular. Y tú, quita, que aún apestas –le dijo a
Minho intentado zafarse de su brazo.
-¿Entonces
os hemos dejado solos para nada?
-Ah,
¿que lo habéis hecho a propósito?
-Tú
que crees. Oksun es el cerebro de la operación, ella manda.
Shunmei
resopló, presa del cansancio y descubrir que, cómo no, Oksun seguía en sus
trece de intentar darle tiempo a solas con Junsu. Decidió no dar pie a más
conversación sobre el tema, y subieron al primer taxi que encontraron. Sabía
que Oksun le iba a volver a preguntar una vez estuvieran en el piso, así que
rezó por caer en las redes del sueño pronto.
Al
final Oksun se quedó prácticamente todo el fin de semana en casa de Shunmei,
aprovechando que su amigo tampoco trabajaba el sábado, optaron por ir al cine
por la tarde y así pasar más tiempo juntos. Pensaron en avisar tanto a Minho
como a Junsu, pero ambos decidieron que se merecían también un descanso de
terceras personas, y es que tras tantos años teniéndose el uno al otro para
todo, a veces no necesitaban a nadie más en compañía.
Después
de ese par de días con un sol criminal y calor abochornante, el lunes amaneció
de nuevo con lluvia, pero sin cambios de temperatura. Shunmei seguía su rutina
semanal de levantarse temprano para ir al High Skool y practicar con Minho y
otros de sus compañeros de local. A la salida antes de ir a comer, Minho le
recordó algo que tenían planeado desde la semana pasada.
-¿Lo
de Oksun sigue en pie, no?
-Sí,
claro. ¿Ya le has comprado algo?
-La
verdad es que no… ¿qué le compro, tío? Llevo días pensando y nada me gusta lo
suficiente.
-Te
dije que no te rayaras mucho por eso, sabes que le gusta todo. Ropa,
maquillaje, un libro, incluso material de pintura o algo así.
Minho
se quedó barajando esas posibilidades una vez más. No se veía comprando ropa
para una chica, y le daba vergüenza entrar en tiendas de maquillaje y pedir
consejo a las dependientas.
-También
he pensado que… podría escribirle algo…
-¿Una
carta de amor? ¿En serio? –exclamó Shunmei, sin dar crédito a que su amigo
fuera a arriesgarse tanto.
-¡No,
idiota! Una canción.
-A
efectos prácticos es lo mismo…
-Tienes
razón –admitió Minho, tras un suspiro de resignación-. Además, seguro que no le
haría mucha gracia.
-Bueno,
no sé, pero creo que es… pronto para eso. ¿O tan seguro estás?
-No,
qué va… pero, no sé, no sé por dónde tirar ya. Me hacía ilusión regalarle algo
más personal.
-Conociéndola,
creo que la harías sentir incómoda. Guárdatela para más adelante.
-Si
guardada la tengo…
Minho
le guiñó el ojo, y a los pocos segundos Shunmei captó el mensaje, lo que le
bastó para soltarle un «imbécil», seguido por una colleja.
La
tarde en la cafetería pasó tranquila y relajada como de costumbre. Shunmei daba
gracias que ésa en particular no estuviera en un sitio demasiado céntrico, y
pudiera trabajar con calma y sin estrés. No envidiaba nada a un par de
compañeros que habían sido trasladados al área de Myeongdong[iii]
y metro. Él, siendo el único –sin contar supervisores y jefes- que llevaba
trabajando más de un año en la empresa, gozaba del privilegio de poder mantenerse
en el mismo establecimiento.
Eran
poco más de las seis, y Shunmei estaba reponiendo botellas de leche y nata.
Como solamente había tres personas en las mesas, y cada una de ellas estaba
sumida en sus tareas particulares, no había mucho ruido y se oía perfectamente
cuando alguien entraba. Shunmei se giró para dar la cara al cliente, y se topó
con la figura de Junsu. Su sorpresa fue la misma que la del barista.
-Ostras,
Shun. Me acuerdo que dijiste que trabajabas en un Ediya en Jongno, pero no esperaba que fuera el primero que pisara
–confesó escondiendo una sonrisa.
-Pues
me has encontrado, aquí estoy –respondió él, acercándose al mostrador. Se fijó
en la bandolera que llevaba cruzada al hombro-. ¿Estudias por aquí o algo?
-Ah,
no. Vengo de dar clases particulares a la hija de unos amigos de la familia. Un
currito de verano, podrías llamarle.
-Mola.
A ver si le das ideas a Oksun de que haga lo mismo, que luego se queja de que
no tiene dinero –Junsu rio-. Pero bueno, ¿qué vas a tomar?
-Ponme
un flatccino de café. He visto el
cartel fuera y todos tienen muy buena pinta.
Shunmei
se puso a preparar la bebida, y Junsu le observó con atención paso a paso.
-La
verdad es gracioso verte trabajar en un sitio así. No lo digo de manera
negativa –se apresuró a añadir-, sólo que es muy diferente al tema hip-hop.
-Lo
sé, Oksun también me dijo algo así en su día. Y Minho. No me pega mucho, pero
está bien. También ayuda hacer cosas diferentes y cambiar de aires, ¿sabes?
Junsu
asintió, y recibió su bebida helada. Le entregó un billete de cinco mil wons a Shunmei, pero éste le apartó la
mano.
-Olvídate,
te invito.
-¿Qué
dices?
-Te
invito. Una manera de darte las gracias por venir el viernes.
-No
tienes que agradecérmelo.
-Que
sí, déjalo. Podemos invitar de vez en cuando, no te preocupes que no me van a
echar –aseguró para borrar las dudas que seguramente le estaban rondando por la
cabeza a Junsu.
-Bueno,
pues gracias, de verdad. Ahora tendré que visitarte a menudo si me va a salir
gratis… -dejó caer en tono bromista.
-De vez en cuando –repitió Shunmei,
siguiéndole el hilo-. No te acostumbres.
Junsu
le dedicó una sonrisa y asintió con la cabeza para despedirse. Justo cuando se dio
la vuelta y se dirigía hacia la salida, Shunmei le llamó.
-Junsu,
espera. Me olvidaba de comentarte una cosa.
-¿El
qué? –preguntó él, acercándose de nuevo al mostrador.
-¿Sabes
que el cumple de Oksun es el miércoles?
-Hala,
pues no... Gracias por decírmelo.
-Es
que le voy a preparar una fiesta sorpresa en casa. Por si querías apuntarte.
Minho también vendrá.
-¿En
serio? Claro, me encantaría.
-Guay.
Será el sábado por eso, es el único día que tengo libre esta semana.
-Perfecto.
-Saca
el móvil y te doy mi número… añádeme a Kakao
y te comento por ahí, ¿vale?
-Claro
–respondió Junsu, sacando su smartphone
del bolsillo rápidamente y tendiéndoselo a Shunmei para que tecleara su número.
-Pues
ya te concretaré la hora y eso, y cómo llegar.
-Muy
bien. Gracias, Shun –el chico se despidió con el móvil en la mano y salió de la
cafetería, dejando a Shunmei cavilando sobre si había hecho bien invitándole de
repente. Tal vez la insistencia de Oksun había comenzado a hacerle mella en el
cerebro. Tal vez, quizás, su amiga no fuera tan mal encaminada.
[i]
Soju es la bebida alcohólica número uno de Corea. De sabor es muy parecido al
vodka.
[ii]
El makgeolli es otra bebida alcohólica coreana, hecha a partir de trigo y
arroz, de sabor dulzón.
[iii]
Myeongdong es un barrio lleno de tiendas, especialmente de cosmética, pero
también de ropa. Es muy visitado por turistas para hacer compras, especialmente
japonesas.
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