16. Agridulce
-O sea que Road se ha ido de cumpleaños. A dormir.
Con fiesta de pijamas incluida. Sólo chicas.
-Exacto.
-No querría estar ahí ni muerto.
Shunmei estaba sentado en el sofá, haciendo
zapping con una cara de aburrimiento descomunal. Ludwig, de mientras, se estaba
echando algo de bebida en un vaso.
-¿Quieres? –le ofreció a Shun.
-¿Qué es? Qué
raro que me esté ofreciendo algo.
-Pues no lo sé. La botella ya no tiene etiqueta.
Diría que es brandy –bebió un pequeño sorbo, tenía un sabor agridulce.
-Te tomas alcohol por la noche, ¿como los viejos
ricos de las pelis?
-Algo así, estoy chapado a la antigua.
Y que lo digas.
Eran las dos de la mañana, la botella del supuesto
brandy se había quedado vacía y los dos chicos estaban aplastados en el sofá.
No hacían nada en la tele, salvo películas de mala muerte y porno.
-Mira, ahora estarías haciendo eso con Road –dijo
Shunmei con una risa tonta, señalando la tele con el mando.
-Eso son dos tíos. Gradúate la vista.
Shunmei apagó la tele.
-Oye, que sepas que eres un borde acabado. No sé
cómo le puedes gustar a Road, en serio.
Ludwig giró la cabeza y le miró con cara de odio.
-Al menos tengo a alguien y no necesito el porno
barato de la tele para consolarme como otros.
A Shunmei esas palabras le atravesaron hasta las
entrañas, y con rabia, se lanzó contra Ludwig. Quedó inclinado sobre él unos
instantes, pero Ludwig lo empujó y ambos quedaron en medio del sofá.
-No pienso permitir que me hables así, ni que
trates a Road como un consolador.
Sus caras estaban a menos de un palmo de distancia.
-Suéltame –dijo Ludwig, tajante.
Un duelo de miradas, como dos machos por superar
el territorio del otro. Ambos se inclinaron hacia delante, casi rozando sus frentes.
Ludwig se deslizó por la mejilla derecha del otro y, lentamente, bajó por su cuello,
llegando hasta la nuca, posando los labios con suavidad sobre su piel. Shunmei
no pudo evitar estremecerse y encorvarse un poco, pero no podía detenerle. Él
hizo lo mismo y se apoyó en su cuello, pálido e intacto, mientras olía el aroma
de su piel. El moreno seguía besándole el cuello y la clavícula, y ya notaba
como empezaba a tener una erección. Su mente no reaccionaba, el contacto con el
cuerpo de Ludwig le había paralizado, sólo hacía caso a sus instintos. Sabía
que lo que estaba haciendo era horrible, pero era incapaz de ponerle fin. Pero
el placer no duró mucho más. Ludwig se detuvo y sus miradas se encontraron de
nuevo.
-No voy a ponerle los cuernos a Road contigo. Esto
es para que sepas por qué ella me quiere.
Ludwig se levantó y se fue hacia su habitación.
Shunmei salió de su ensimismamiento al oír el portazo.
Cabrón. Ha hecho esto para burlarse de mí.
Lo que Shunmei no sabía era que Ludwig había
parado porque iba a perder el control.
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