20. Pijama
Road se estaba poniendo el pijama, cuando Shun
picó a la puerta.
-¿Puedo pasar?
-Esperaaaa –rápidamente se puso la parte de arriba
y guardó la ropa interior en el cajón-. Ya, pasa.
-Perdona, no sabía que te estabas cambiando. ¿Cuándo
piensa volver Ludwig?
-A veces vuelve bastante tarde, o directamente no vuelve
hasta la mañana. Ya sabes, cosas suyas.
Road se sentó con un aire triste en el borde de la
cama.
-Joder, pero si yo tuviera una novia tan guapa
como tú estaría deseando en salir de allí.
-Deja de hacerme la pelota. Además eso sería
imposible.
-Bueno, ya sabes a lo que me refiero.
Shun se sentó junto a ella y la atrajo hacia él
con un brazo. No llevaba camiseta pero el contacto con su piel era muy
agradable, desprendía un calor muy acogedor.
-Va, si quieres duermo contigo para que no te
sientas sola.
-¿Como en los viejos tiempos? A Ludwig no le hará
mucha gracia encontrarse ese panorama.
-Bueno, él sabe que no hay tensión sexual entre
nosotros. Yo corro más peligro que tú, en realidad.
-Uy sí, ten cuidado, tengo unas ganas locas de
hacerte cosas realmente perversas, empezando por X y siguiendo por XX.
-Suena muy tentador –dijo irónicamente.
Shunmei gateó hasta el otro lado de la cama y se
estiró de costado. Road apagó la luz de la habitación y se tumbó también.
Silenciosamente se deslizó para estar más cerca de Shun. Él sabía que no le
gustaba dormir sola, menos aún desde que estaba acostumbrada a dormir con
Ludwig. Y no en un mal sentido, él la conocía muy bien: sabía que Road inevitablemente
buscaba un aura de protección. Shunmei la atrajo hacia sí y le pasó el brazo
derecho hasta su espalda, abrazándola.
-Creo que me pegarás si te pregunto esto pero, ¿va
todo bien con Ludwig?
Shunmei notaba la suave respiración de Road contra
su pecho.
-Dentro de todo lo que puede ir bien… supongo que
sí. Es sólo que… cuando estoy con él todo es perfecto, pero cuando no está es
como si no hubiera nada, como si yo no existiera. Me cuesta acostumbrarme a
eso.
Shunmei se quedó callado unos segundos intentando
buscar las palabras adecuadas.
-Me parece que dependes demasiado de él. Quiero
decir, no deberías comerte tanto el tarro, él no es tan cariñoso ni se preocupa
tanto como tú, tienes que entenderlo. No lo estoy defendiendo, ya sabes que no
me cae del todo bien… pero creo que no lo hace aposta. Simplemente es así y por
mucho que lo intentes no va a cambiar. Tú sabes que él siempre está ahí, aunque
no lo demuestre.
-Ya pero… en fin, tienes razón. Buenas noches.
-Ey, no te me pegues tanto que me das calor.
-Jo, ya sabes que soy una friolera, ¡y tú estás
muy calentito!
-¡Pues tápate con la sábana!
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