9. Chichón
Shunmei se
había quedado casi una hora en el sofá. La cabeza le daba tumbos como nunca
antes. Lo que había pasado antes le había descolocado. Ahora no sabía qué hacer
ni cómo actuar. De hecho ni él mismo sabía qué pasaba por su cabeza. Ludwig. El
tipo de tío en el que no se fijaría ni aunque todos los hombres del planeta
desaparecieran, antes se volvería hetero. Estirado, pijo y manipulador. Totalmente
opuesto a él. No comparten nada en común, salvo a alguien muy importante en sus
vidas: Road. Para el coreano ella significa muchísimo, tanto que a veces
pensaba más en un “nosotros” que en “yo”. Para Ludwig… a saber, pero sin duda
estaba claro que se preocupaba por ella y la estaba haciendo feliz, a su
manera. ¿Iba a arriesgarse a perder a su amiga? Ni se la pasaba por la cabeza,
pero para desgracia la suya, el borde se había metido en medio. Riéndose de él,
jugando con sus sentimientos. ¿Por culpa del alcohol? Qué va, todo iba muy en
serio. Shunmei estaba furioso, consigo mismo por haberse dejado pisotear de esa
manera, y con Ludwig por su odiosa arrogancia.
Se levantó
finalmente y fue al lavabo a enfriarse las ideas, literalmente. Metió la cabeza
debajo del grifo y lo abrió, dejando que el agua resbalara por toda su cara. Se
quedó unos instantes sobre la pica, notando como caían las gotas.
-Quién me
mandaba a mí meterme en estos líos… -murmuró para sí.
-Nadie.
Shunmei se
giró y ahí estaba. Apoyado en el marco de la puerta, con su maldita actitud de
superioridad. Le sacaba de quicio.
-Déjame en
paz –le espetó al pasar por su lado, pero Ludwig le barró el paso con el brazo.
-¿Qué
pasa? ¿Necesitas mojarte antes de ir
a la cama?
Basta. Ya
era demasiado. Shunmei se mordió el labio y le dio un puñetazo en todo el ojo,
haciendo que Ludwig chocara además con la madera. Se llevó la mano al ojo y
seguidamente a la nuca.
-Eres un
mierda. Te mereces más que eso.
Ludwig
levantó la vista y miró a Shunmei, conteniéndose la risa.
-Que sepas
que esto me va a dejar un enorme chichón en la nuca. Y me va a doler la cabeza…
-Me
alegro. Llevaba aguantándome durante bastante tiempo.
-Te
aguantas mucho más que la rabia.
Y dicho
eso, Ludwig se puso delante del chico, y cogiéndole del cuello, le besó en los
labios. Shunmei abrió los ojos de par en par, y a los dos segundos siguientes
los cerraba con fuerza, y agarrando a Ludwig por las mejillas le devolvía el
beso de forma voraz. Gotas de agua chocaban entre ambos rostros. Se besaban de
forma brusca y desesperada, como una lucha de bocas y cuerpos. Ludwig le apartó
de la pared y lo fue empujando, sin separarse, a su habitación.
Sí, quizá
era eso lo que se habían estado guardando. Un polo había acabado haciendo
contacto con su opuesto.
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