28/11/2020

Scene20: 18. Viaje

 

18. Viaje

 

Eran las seis y media pasadas de un frío día de principios de marzo. Ludwig volvía de la librería camino a casa. Iba con un abrigo negro y unos guantes de piel del mismo color, para resguardarse del aire helado. A unos quince metros vio a una chica de espaldas, menudita, y con el pelo negro muy liso; miraba atentamente un mapa enorme que sostenía en las manos. A su lado tenía dos maletas: una negra muy grande y otra de color rojo oscuro un poco más pequeña.

Siguió caminando y a los pocos metros de distancia, sopló una nueva ráfaga de viento que le congeló la nariz como si hubiera esnifado nieve y estornudó casi con lágrimas en los ojos.

¿Joder esto es marzo o enero en la antártida?

La chica había levantado la cabeza y le miraba con una pequeña sonrisa tímida.

-¡Perdona…!

Ludwig se detuvo. Era una chica oriental –¿japonesa, tal vez?-; tenía la cara redondeada, una nariz pequeña y unos ojos almendrados muy bonitos.

Anda, qué mona.

Asintió ligeramente y se acercó a la chica.

-¿Sabes si esta calle se llama XXXX? Es que he mirado las fachadas y carteles y no encuentro el nombre…

Su voz era dulce y tranquila.

-Sí, es ésta. No hay muy buena señalización por este barrio, la verdad.

-Ya veo… gracias.

Se dirigieron sonrisas fugaces y los dos comenzaron a caminar hacia la izquierda. Ludwig oía el ruido que hacían las ruedas de las maletas a sus espaldas.

Llegó al portal y sacó las llaves de su bolsillo.

-Ah.

Ludwig giró la cabeza y la chica estaba con cara de sorpresa parada junto a él. La miró extrañado pero a los pocos segundos preguntó:

-¿Que vienes a este bloque?

-Sí…

-¿Eres la nueva inquilina del piso de alquiler?

-Ah… eso creo.

Vaya por dios, parece que van a reunir todos los extranjeros aquí.

Ludwig abrió la puerta de hierro y esperó a que la chica pasara con las maletas.

-Te doy la mala noticia de que no hay ascensor.

Totalmente cierto, en la entrada sólo se veían los buzones en una de las paredes y el comienzo de una empinada escalera al fondo.

-Oh mierda.

-Dame una maleta, te ayudo a subir. ¿Es en el cuarto, no?

-No, no hace falta, de verdad.

-Cuando estemos arriba me lo repites –agarró por el asa la maleta negra, y comenzó a subir los peldaños con diligencia.

La chica le siguió rápidamente.

Llegaron arriba. Ludwig la esperaba como si nada mientras ella no paraba de jadear.

-Vale… retiro lo dicho…

Ludwig no pudo reprimir una sonrisa.

-Bueno, nos vemos.

-Ah, ¡espera…! Muchas gracias, ehm…

-Ludwig. ¿Y tú?

-Ro-… Oksun.

-¿…Coreana?

-¿Alemán?

Los dos se miraron intentando contener la risa.

-Si necesitas algo, vivo justo debajo –dijo antes de bajar por las escaleras.

Oksun se quedó plantada unos segundos hasta que oyó cerrarse la puerta de abajo.

El corazón le latía demasiado rápido.

El viaje acababa de empezar.

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